domingo, enero 30, 2011

Por la cañada de Cuevas del Becerro a Serrato

Distancia aprox. 7 km (incluyendo la visita inicial al paraje del Nacimiento en Cuevas del Becerro).

Desnivel aprox. unos 100 m de ascensión y 240 m de descenso

Tiempo aprox. 3 horas.

Nivel dificultad: bajo. De Cuevas del Becerro (717 msnm) a Serrato (aprox. 500 msnm) el perfil es predominantemente llano y en descenso.

Tipo suelo: Pista asfaltada hasta el puerto de La Mesa, mitad del camino, a partir de aquí pista terriza, por lo que también es ideal para hacerse en bicicleta..

Tipo de recorrido: lineal.

Mapas: 1037-III Alcalá del Valle y 1.037-IV Serrato

Época recomendada: Cualquier época menos verano.

A tener en cuenta:

1. Como en toda ruta lineal hay que dejar vehículos en el final previsto de ruta antes de iniciar la caminata.

2. Como la mayoría de las rutas que discurren por esta comarca, están muy expuestas al sol, debido a la ausencia de bosques, se recomienda llevar gorra y gafas de sol.

Fecha de realización: sábado 29 de enero de 2011, pronóstico meteorológico de predominio de nubes y algún que otro claro con riesgo de lluvias a partir de las 17.00 que se cumplió a la perfección.

29 Participantes: De Córdoba vinieron: Héctor y Mª Luisa con sus tres princesas. De Sevilla vino José Carlos y “Uma Thurman”. De Ronda: Herminia, Eva y Mª José. Y de distintos puntos de la Costa del Sol: Juan Antonio, Vicky, Ana, Guillermina, Isabel, Manolo “El Dandy”, Mateo, Rosa, Paco Jaime, Rusik, Marivi, Manolo “El Hacker”, Floren “Gary Grant”, Mª José, Eva, Alex, Mª José Leiro “La Ninfa del río Verdugo”, Nacho y un servidor Juan Ignacio Amador.

Cuevas del Becerro es uno de los municipios más pequeños de la provincia de Málaga, situado sobre un espolón calizo del Castillón y el arroyo que lleva su nombre, arroyo de La Cueva. Está considerado como la entrada norte de la Serranía de Ronda, de hecho está situado casi a la misma altura que Ronda, unos 700 msnm.

La población disfruta de una excelente media climatológica de unos 20º si bien los inviernos suelen ser fresquitos como corresponde a la Serranía de Ronda. Su economía se basa fundamentalmente en la agricultura de secano, aunque también existen explotaciones de regadío. Destaca como edificio mas representativo la Iglesia de San Antonio Abad, además de lugares de interés natural como la Cueva del Moro (espeleología) o la Fuente del Nacimiento, que tenemos previsto visitar en primer lugar.

Pasajes de la historia:

El origen del nombre de Cuevas del Becerro no está aún muy claro y existen varias teorías sobre el mismo: Una de las leyendas, afirma que entre las muchas cuevas que se pueden encontrar en el entorno de la población, antiguamente fue encontrada una figura de un Becerro de oro macizo. Otra de las leyendas y quizás la más verídica, habla sobre la perdida de un becerro por parte de un aldeano, y que dicho becerro se perdió en el interior de las cavidades, siendo encontrado al oírse sus mugidos.

En las cercanías de la población, se han encontrado restos prehistóricos en lugares como las laderas occidental y norte del Cerro del Castillón, en las proximidades de la Fuente del Zorro y en el borde nororiental del Cerro de las Palomas. Además de los vestigios Romanos encontrados, como el de los hornos del "Alfar Romano", o "Las Casas de las Viñas", yacimiento, este último, situado junto al actual campo de fútbol y en el que se han encontrado cerámica, teselas, estucos y monedas.

Todos estos datos, junto a un estudio de la situación estratégica de la población, nos puede reconstruir una época donde Cuevas del Becerro, fue un paso clave dentro de la geografía de la Serranía de Ronda, para el transito de personas y mercancías.

De Cuevas del Becerro a Serrato por la Cañada Real por la que discurre el GR. E-7, (Gran recorrido europeo: Tarifas-Atenas-Estambul.

Partiendo de Cuevas del Becerro una vez mas escogimos como punto de partida el idílico paraje del Nacimiento al que llegamos por el Camino de Las Eras, desde la Fuente del Zorro, atravesaremos varias calles del pueblo, tomando como referencia principal la calle Real y su prolongación por calle san Gregorio, donde comienza la cañada real de Cuevas que ya no abandonaríamos hasta llegar a Serrato. La salida de Cuevas del becerro coincide con una pronunciada cuesta abajo, dejando a nuestra derecha un abrevadero y una puerta metálica a los pies de un pequeño tajo, por donde se accede a los desagues de esta zona del pueblo.

Al final de la cuesta pasamos junto a la casa La Veguilla de Salvador Nieblas, donde unas simpáticas calabazas con forma de pera adornaban una terraza y un espntapájaros ponía la nota simpática en su huertecillo. Unos metros mas adelante nos encontramos con el vado del arroyo de la Cañada, que algunos decidimos pasar a la antigua usanza clavando talones y punteras arriba y otros de forma mas acrobática por un encajonamiento a la izquierda de la cañada, donde en la orilla contraria, la mano amiga de Herminia, ayudaba a niños y a mayores a evitar la caída al agua.

Unos 200 m después del vado del arroyo de La Cañada, la pista enlaza con el GR. E-7, que nos llega por la derecha a través de una pista terriza, en este cruce nos encontramos con una señal que nos indica: Cordel de Setenil a la derecha y Cañada de Serrato a la izquierda que es hacia donde nos dirigimos nosotros, coincidiendo ahora nuestra ruta con la del GR. E-7. A la izquierda llevamos durante estos dos primeros kilómetros la cercana compañía del río de las Cueva con la sierra de La Vijana como telón de fondo. Y a la derecha la Sierra de Juan Durán, donde nos llamó poderosamente la atención unos curiosos tajos a modo de grotescas columnas, sobre las cuales estaban pastando plácidamente un rebaño de ovejas, entre almendros que de forma inverosímil han crecido en la parte alta de la sierra.

Con olivares a ambos lados del camino y campos de cereales a nuestra izquierda, vamos pasando cerca de varias construcciones como la Venta de Los Faroles o el cortijo de la Ponderosa. Cerca ya del km 3 de ruta, dejaremos a nuestra izquierda el cortijo Nuevo, junto al cual vemos un joven ciprés, varios pinos, una pita y hasta un pavo real que divisamos por los alrededores de la casa. Por cierto que unos 300 m mas adelante donde la pista gira a la derecha, vimos la entrada de un alojamiento rural con el nombre de Cortijo Nuevo, deducimos que debe tratarse del mismo propietario del cortijo anteriormente mencionado. A la izquierda sale una pista terriza que debemos ignorar. Pués nosotros nos mantenemos en todo momento dentro de la pista asfaltada que a partir de aquí comienza a ascender suavemente, hasta que unos 400 m mas allá llega hasta el puerto de la Mesa, finalizando aquí el tramo de pista asfaltada. Aquí tenemos dos opciones: la de la izquierda, dirección este, por donde discurre el GR. E-7, que se dirige de forma mas directa a Serrato. O bien seguir recto, de momento dirección sur, que llaneando y en suave descenso nos lleva hasta el cortijo del Prado Medina unos 500 m mas allá, lugar ideal para hacer la parada estratégica ya que viene a coincidir con la mitad del camino y porque este bonito cortijo, se encuentra al pié de un pequeño, pero precioso tajo (tajo Medina), que se puede subir por la derecha y que viene a ser el espolón noroeste de la sierra de Juan Durán que nos ha acompañado durante la primera mitad del recorrido a nuestra derecha. Merece la pena subirlo en poco mas de diez minutos por las bonitas vistas que podemos obtener desde allí arriba, si bien conviene advertir que es campo a través y se trata de un lapiaz un tanto agreste que requiere de cierta experiencia en montaña.

Reanudando la caminata dejaremos el cortijo del Prado Medina a nuestra derecha, encontrándonos a continuación con otra pista terriza que también por la derecha viene a unirse a la nuestra procedente de la cara este de la sierra de Juan Durán. A partir de aquí nuestra pista describe un giro a la izquierda de 90º que vuelve a reorientarnos dirección este, donde llamará poderosamente nuestra atención el peñón que localmente se conoce como El Almorchón, destacando por encima de los campos de cereales que tenemos a nuestra derecha, en medio de los cuales destaca la blanca silueta de las dos casas que forman el cortijo del Barranco, con su deposito de agua entre las dos construcciones. A cierta distancia a nuestra izquierda dejamos una pequeña nave industrial, posiblemente de almacenamiento agricila. Y un kilómetro mas allá del cortijo del Prado Medina, volvemos a enlazar con el GR. E-7 que se nos une por la izquierda y que ya no abandonaremos hasta llegar a Serrato por esta pista terriza que mantiene un perfil muy llano, en dirección noreste con el telón de fondo de Sierra Ortegícar, camiando entre campos de cereal, olivares y almendros que adornan el camino con sus bonitas flores en los meses de invierno.

Lo primero que vemos de la localidad de Serrato es su campo de fútbol de césped artificial a la derecha, mientras que esta localidad no la vemos hasta prácticamente pisar la primera calle por la que entramos a esta peculiar localidad que se haya bajo la formula ELA (entidad local autónoma) dentro del municipio de Ronda, con una población de 547 habitantes en 2009. Rodeado por las sierras de Ortegíacr al este, Los Merinos,al oeste, sierra de Juan Pérezal norte y el peñón del Almorchón al sur y acunado entre dos ríos, el río Guadalteba y el río de las Cuevas del Becerro.Dentro de su territorio vecinal destaca su riqueza de manantiales como el Manantial de Cañamero principal aporte de agua al río Guadalteba, y por ende del Embalse del Guadalteba, junto al Arroyo del Barranco.

Se sitúa al sur de la Comarca del Guadalteba perteneciendo desde el año 2009 al Consorcio del Guadalteba como Entidad Autónoma Local (ELA) pendiente de su independencia total del municipio de Ronda. Su condición de ELA se hizo oficial el 11/05/1999 siguiendo así los deseos de los serrateños que en referendum mostraron su voluntad de ser autónomos el 27/08/1994. Su orígenes se sitúan en la época neolítica donde pequeñas comunidades agrícolas se asentaron debido a la fertilidad de sus tierras, siendo sin embargo más importantes los periodos romano y árabe como atestiguan los restos de la villa romana de Serrato y el Castillo de Ortegícar.

Sendero de Cañada Bellina (SIerra de las Nieves)





Para aquel viernes 28 de enero, de pronóstico borrascoso con la posibilidad de algún claro, era tal el mono que teníamos de nieve que nos lanzamoss a la aventura. Juan Carlos "El Portador del Anillo", Vicky "La Botánica" y un servidor con intención de llegar al Torrecilla desde Puerto Saucillo, aunque sabiendo que con el pronóstico que daban y lo oscura que se veía la sierra tal y como llegábamos a Yunquera, si llegábamos a Enamorados ya iba a ser demasiado.

Al llegar a la plataforma de Puerto Saucillos, un pequeño claro en el cielo nos hizo albergar ciertas esperanzas mientras nos colocábamos las polainas, con menos frío del que hubiésemos imaginado. Pero sólo hicimos empezar a caminar y antes de llegar al pozo de nieve de Yunquera, una ligera llovizna ya nos obligaba a sacar impermeables y capuchas de lluvia para la cabeza y mochilas, cuidándonos mucho de que no se nos mojara la cámara las pocas veces que nos atrevíamos a sacarla.

Por la Fuente de la Perdiz donde ya empezábamos a ver las primeras manchas de nieve, la lluvia iba siendo cada vez mas fría e intensa y lo que es peor el viento comenzaba a arreciar tal y como comenzábamos a dejar atrás la protección de los pinsapos y la pequeña Peña del Cuco, donde ya caminábamos en medio de un idílico paisaje blanco, digno de Narnia. El espolón rocoso que nos anuncia los Andenes de la Cuchara, nos hacía albergar esperanzas de que al menos llegaríamos a ver el peñón Enamorados. Pero cuando estábamos a punto de llegar al puerto del Cuco, un desagradable viento de cara en medio de una intensa nevada donde los copos de nieve nos daban en la cara como una ametralladora que disparara pelotas de ping-pong. Como aquello no tenía visos de mejorar y el panorama estaba cada vez mas oscuro y menos visible conforme íbamos ganando altura nos tuvimos que dar media vuelta, haciendo buena la frase de: "¡ Mira Sancho, que lo importante no es la posada sino el camino..." ó el "Poema del Senderista Loco", disfrutando de los idílicos rincones que nos regala el primer tramo de esa preciosa ruta que parte de Puerto Saucillo al peñón Enamorados pasando porlos lugares anteriormente mencionados. Para darle un pequeño aliciente al regreso decidimos tomar la variante de la Cañada Bellina disfrutando de la idílica plazoleta de Los Cedros y los Pinsapos Candelabro en medio de un paisaje nevado a partir de los 1.400 m.
En total un paseo de poco mas de 5 km y a penas 300 m de desnivel, pero repleto de sensaciones y rincones verdaderamente mágicos dignos de una postal navideña.

miércoles, enero 26, 2011

Los Alayos de Dílar y el Corazón de la Sandía, versión circular (Sector occidental Parque Nacional de Sierra Nevada)

Cómo llegar al inicio de ruta, Área recreativa del Toril, río Dílar:

Una vez nos encontramos en la ronda de circunvalación de Granada, tomamos el desvío por la A-44 (Granada-Motril) y no la de Sierra Nevada propiamente dicho, ¡ojo al dato!. Una vez en la carretera A-44, con la ciudad de Granada a nuestra espalda y Sierra Nevada a la izquierda, avanzamos dirección sur, es decir, dirección Motril hasta que tomamos la 2ª salida que veamos hacia Otura (pasando de largote la primera), una vez en la plaza del pueblo llegamos a un semáforo donde giramos por la carretera de la derecha y en unos minutos se llega a la vecina localidad de Dílar, que atravesamos para tomar la pista asfaltada que siguiendo las indicaciones nos lleva hasta la explanada de aparcamiento del área recreativa del Toril, justo antes de llegar hay un puente sobre el río Dílar, que nos permite aparcar en cualquiera de las dos orillas. Si nos mantenemos tal y como hemos llegado con el río a nuestro costado derecho, al final del aparcamiento. Al final de la pista nos encontramos una barrera que nos cierra el paso motorizado, hacia la Central Eléctrica de Nuestra Señora de las Angustias (1.008 msnm), llamada popularmente la de Dílar, ése es precisamente el camino por donde iniciamos la ruta.

Distancia aprox. 19 km si regresamos por la vereda del río Dílar y 25 km si tomamos la opción del cortijo Sevilla, el mirador de Los Alayos y el espectacular descenso por la Boca la Pescá.

Desnivel aprox. 1.500 m de ascensión

Punto de partida: aparcamiento área reacreativa El Toril 1.000 msnm, junto al río Dílar en dirección a la Central Eléctrica de Nuestra Señora de las Angustias (1.008 msnm) y puntos mas elevados El Corazón de la Sandía (1.886 m) y Los Castillejos (1.979 m)

Nivel dificultad: Alta por el desnivel acumulado y algún que otro paso comprometido por torrenteras que se han desprendido por la acción de las aguas torrenciales.

Tipo suelo: ramblas arenosas, senderos, pistas y tramos calizos de crestería.

Tipo de recorrido: circular.

Mapa: Sierra Nevada, Guía de Montaña (Editorial Penibética)

Fecha de realización: sábado 27 de noviembre de 2011, nubes y claros, predicción de fuerte descenso de temperaturas, que afortunadamente sólo se cumplió al atardecer como es habitual en Sierra Nevada, de hecho curiosamente ese día hizo mas frío en otras zonas de Andalucía.

25 participantes: desde Cádiz vino: Juan Luis España Martin “El Messner andaluz”, desde Sevilla: Ildefonso Ruiz Gracia “El Vendaval del Moncayo”, Manuel Palomo y su mujer Joaquina, David, Gabriel y Ana María Jurado. Y de distintos lugares de Málaga:
Juan Antonio Villalba “El Corsario de Sierra Almijara” (candidato senderista revelación Temporada 2010-11), Eduardo Campos González “El Profeta del tajo Gómer”, Eduardo Campos Montañez “El Padre Carras”, Jon Webster “El huracán de Sheffield”, Manuel M. Zafra “Manolo Supersónico”, Paqui Fernández “La Reina del Chocolate”, Juan Carlos Pérez “El Portador del Anillo” (Premio a la deportividad), Ilse Bullerdieck “La Gacela de la Selva Negra”, Juan “Speedy González”, fichaje estrella de Noel “El Gran Maestre” junto con Paco Jaime “El Sabio de Hortaleza”. Además de mis seis compañeros del hotel Las Arenas: Silvia-Silvestre (candidata senderista revelación Temporada 2010-11), Nereida Alba, Florencio “Gary Grant”, José Mª Cabrera “El Titán del pico Capilla”, Juan Antonio Gallego Berche “El Confesor de la Reina”, Alberto “Moto GP” (aunque esta vez se le gripó) y un servidor Juan Ignacio Amador.

A tener en cuenta: 1.El ascenso al Corazón de la Sandía es optativo, pero si se decide realizar la trepada hay que tener en cuenta que tiene algún tramo aéreo, que sobre todo para el destrepe no es apto para personas con vértigo.

2. Si se decide escoger la vereda del rio Dílar para el regreso, como era nuestra intención en un principio, hay que tener en cuenta que hay que vadearlo en varias ocasiones y poco antes de llegar a la central existe un tramo encajonado, mas profundo de lo habitual que sólo se puede salvar por el agua en invierno, tal y como nos informó el día antes Antonio Muñoz, guarda forestal de esta zona del parque.

3. Llevar bastones, dos mejor que uno.

4. El tramo de ascensión por la Rambla Seca, suele hacerse mas pesado el los meses calurosos, pues la arena está mas blanda y te hundes mas.

Descripción de la ruta:

Tal y como hemos llegado desde Dílar, al área recreativa del Toril, empezamos a caminar de manera que el río siempre queda a nuestra derecha. Al final del aparcamiento nos encontramos una barrera que prohíbe el paso para vehículos motorizados no autorizados. Nosotros seguimos caminando, por una pista terriza junto a la que discurre otra cuidada pista de acceso especial para minusválidos, varios puentes esmeradamente construidos, atraviesan las cristalinas aguas del río Durcal, para llevar a la persona que lo desee al área recreativa que existe en la orilla contraria por la que vamos nosotros. Un lugar que debe ser idílico para la primavera o el verano, pero que en invierno, encajonado entre desfiladeros se antoja bastante frío y umbrío.

A unos 400 m de iniciada la caminata pasamos junto a la Central Eléctrica de Nuestra Señora de las Angustias (1.008 msnm), unos 100 m. después nos encontramos un angosto y desvencijado puentecillo de tablas, por donde cruzamos el río Dílar, llegando a una especie de plazoleta donde aquel día nos encontramos un montón de chopos talados, como si se tratara de Isengard en El Señor de los Anillos. Pero nosotros seguiremos caminando por un desdibujado sendero junto a la orilla del río llegando 100 m mas allá al inicio de la mítica Rambla Seca, que a decir verdad no sólo no resultó tan dura como la pintaban, sino que además discurre encajonada en muchos momentos entre escarpadas laderas y tajos, que de vez en cuando nos sorprenden con increíbles agujas e incluso formaciones imitativas destacando una tipo “caballito de mar” que nos encontramos en el primer tercio de subida a la izquierda, dichas figuras y agujas iluminadas por los primeros rayos de sol de la mañana, nos regalan preciosos paisajes, que justifican sobradamente nuestra escapada a este poco conocido rincón de Sierra Nevada desde el mismo inicio de ruta.

Hasta el puentecillo de tablas nos acompañó el vecino de Dílar, Felipe (móvil: 610 36 13 48) que nos comentó que llegando ya casi al final de la Rambla Seca, ésta se divide en dos formando una especie de “Y” y que si queríamos comenzar la crestería desde el Picacho Alto, lo suyo era tomar el ramal de la derecha. Otro plus para una ruta de por sí larga y dura, pero animados por el buen ritmo del grupo y un terreno mas dócil del que esperábamos, salvo para el bueno de Alberto, que sabiamente tomó la decisión de regresar a los 3 km del inicio. El mencionado desvío a la derecha, lo tomamos antes de la cuenta, poco a poco lo que parecía una rambla secundaria, se fue convirtiendo en pequeño desfiladero y como ya habíamos rectificado la trayectoria en un ramal anterior. Para no perder mas tiempo, comprobando por los GPS que el sendero de la parte alta se encontraba relativamente cerca en la dirección hacia la que caminábamos, hicimos buena la frase de “la cabra tira pal monte” y allí nos encaminamos alegremente ladera arriba, al principio era dura pero asequible, sin embargo poco después, además de con los pies la mayoría íbamos a gata, tal era la pendiente de la ladera, que cualquier matorral o chaparro era bueno para agarrarse y no salir rodando ladera abajo, como mas de un pedroso que tuvimos que esquivar procedente de los compañeros que iban por delante. Esquivando las piedras, como en los antiguos juegos que había en las maquinitas de los bares de “los marcianitos”. ¡Que tiempos aquellos Salinas!. Cada metro era una conquista. Ilde no desperdiciaba la oportunidad de sacar a relucir su humor irónico y socarrón, Alba: diciendo: “¡pero Juani, coño esto no es senderismo, esto es alpinismo!”. Mas de uno con la risa tonta de: “estamos como cabras” y hasta Valentín, respondiéndome a la ya clásica pregunta de: ¿cómo lo ves por ahí arriba?”: ¡Hombre Juani, esto con cuerdas se hace mejor, pero vamos, agarrándose bien a las rocas, se puede marinear por encima de las agujas…¡Cuñaaaaaaaaaaaaaaao!. El caso es que poco a poco, paso a paso, sin perder el buen ánimo, sentido del humor y la solidaridad del compañero de adelante y de detrás prestos a echarle una mano a quien lo pudiera necesitar, en unos cuantos minutos ya estábamos todos en el famoso sendero que faldea la parte alta de los Alayos de Dílar.

Sin embargo, para nuestra sorpresa, habíamos venido a salir, a la derecha de Picacho Alto, todavía mas al oeste de lo que esperábamos, no obstante, tras la dura ascensión, recuperado el ánimo y con el subidón de adrenalina, decidimos coronar un pico sin nombre (1.689 m) que teníamos a tiro de piedra. Desde nuestra privilegiada posición podíamos contemplar gran parte del recorrido, empezando por la misma crestería de los Alayos donde ya nos encontrábamos hasta el Corazón de la Sandía, que no sólo nos llamó la atención por su escarpada silueta, sino sobre todo por la enormemente lejos que parecía y si mirábamos al otro lado del río Dílar, el regreso por el cortijo Sevilla, el mirador de Los Alayos y la Boca la Pescá parecía ya un retorno maratoniano, para una sola jornada, aunque esto último preferí no mencionarlo, para no mermar la moral de la tropa, habiendo mas de un compañero que aún no había acabado de recuperarse tras la épica trepada por las aún cercanas agujas, sobre las cuales destacaba la piramidal silueta del Trevenque.

Una cosa estaba clara, si no queríamos que nos pillara la noche, teníamos que renunciar a la idea original de coger el sendero de la cresta y ganar tiempo por el sendero que faldea la ladera norte, muy cercano a la cumbre, trasponiendo a la cara sur poco antes de llegar al Corazón de la Sandía.

No obstante, para quien desee realizar la versión normal de Los Alayos lo suyo es mantenerse en todo momento dentro de la Rambla Seca, pasando primero por una espectacular angostura sobre el terreno y dejando atrás, a nuestra izquierda, Los Atalayones de Dílar, el peñón Bermejo y el tajo Alto; y, una vez pasado el último de los diques de contención, nos encontramos con una vereda. Camino que tomaremos, abandonando el arenal, llegando poco después a la altura del 'pino guía' situado a la izquierda de Rambla Seca, Unos metros por encima pasa la vereda que faldea los Alayos de Dílar, y que llega hasta Ermita Vieja, pasando bajo Picacho Alto. Hasta que 15 minutos mas tarde tomamos la vereda de la izquierda, un tanto desdibujada. Ascendiendo hacia la divisoria de aguas, sobre el terreno calizo-dolomítico que pisamos. Llegando en unos 15 minutos al collado que separa las vertientes de los ríos Dílar y Dúrcal, donde volvimos a coincidir con nuestros incombustibles compañeros: Jon Webster “El Huracán de Sheffield” y Manolo Supersónico, que había realizado parte de esta ruta con algunos alumnos de sus alumnos de la Universidad de Granada.

Desde la crestería donde apenas hacía viento, disfrutamos de una bonitas vistas, comenzando por la misma cadena de los Alayos, sobre la que caminábamos, dejando a nuestra espalda el Picacho Alto, Rambla Seca detrás a nuestra izquierda y a la derecha, sur:, barranco de Prado Seco y Los Puntales del Tigre y ya mas en la distancia casi de frente y un poco a la derecha: el cerro del Caballo (3.005 m), que identificamos fácilmente por el espolón final de su cumbre que durante el resto de la crestería se convierte en el principal referente visual, excepto en el corto desvío que tomamos a la izquierda, dirección norte para acceder a la base del Corazón de la Sandía.

Después de descansar unos minutos que aprovechamos para tomar un refrigerio, llegamos inmediatamente a la base del Corazón de la Sandía, a la que accedió la mayoría del grupo mientras que algunos compañeros inmortalizábamos la proeza cámara en mano desde abajo. Coronar la cima de 1.886m, supone coronar la segunda altura máxima de los Alayos de Dílar, donde una vez mas Valentín en hacer cumbre. La escalonada trepada se hacía antes siguiendo unas marcas de pintura roja, que actualmente a penas se ven, el caso es que treparla tal y como nos la encontramos de frente por el lado izquierdo, no es demasiado complicado, lo malo es el destrepe, con dos pasos delicados que con una cuerda y la ayuda de algún compañero, no tienen mayor complicación. Al comienzo de la trepada nos encontramos con un entrañable belén metido en una urna de cristal instalado y conservado por la Peña de Montañeros 'Amigos del Zaidín'. En la cumbre nos encontramos un buzón metálico, donde es tradición de montañeros depositar una nota con el nombre de los que han conseguido llegar a la cima Desde la cima tenemos magnificas vistas y podemos observar los 4 puntos cardinales. Podemos ver los Alayos; Sierra Nevada, desde el Veleta hasta el Caballo; Trevenque, Boca de la Pescá, la Silleta del Padul, los Gallos, ó las Buitreras, entre otros.

Tras descender del Corazón de la Sandía, siguiendo la estela de los compañeros que iban en cabeza, se cometió el error de no retomar el sendero por el que habíamos llegado, sino que se tomó directamente hacia el este por la misma crestería encontrándonos al trasponer la primera loma, con un terraplén, que si bien quedaba a penas 10 m por encima del sendero, nos obligó a descender a la mayoría por una especie de embudo, que nos hizo perder mucho mas tiempo, que si hubiésemos desandado a penas un centenar de metros por el mismo sendero por el que se llega al Corazón de la Sandía, nota a tener en cuenta para futuras ocasiones.

Una vez reagrupados tras el paso por el embudo, recuperamos un buen ritmo de marcha alcanzando la base de Los Castillejos (1.979 m) en poco mas de media hora. Esta vez casi la mitad del grupo capitaneado por el incansable Valentín coronaron el techo de Los Alayos, que técnicamente no tiene a penas complicación salvo la pendiente del cerro en cuestión y un par de morriones rocosos que nos obstaculizan el paso por el cordal. No obstante el resto del grupo preferimos dosificar fuerzas para el largo retorno que nos esperaba mientras disfrutábamos de las vistas con la curiosa crestería de Los Gallos al sur y al este la inconfundible silueta del Caballo, cuyo cordal completamente nevado cerraba la línea del horizonte al este, con el pico del Veleta intermitentemente cubierto de nubes y la piramidal silueta del Trevenque presidiendo el horizonte al norte, un paisaje idílico para disfrutar de un buen almuerzo de hermandad montañera en las inmediaciones del collado del Pino, donde poco a poco fueron llegando los compañeros que habían coronado Los Castillejos, cerrando el grupo Valentín que se había detenido a reponer el vendaje de uno de los dedos que se dañó estrenando unas botas la semana anterior.

Finalizado el almuerzo iniciamos el descenso hacia el río Dílar por la Loma de Los Pinos en dirección noroeste, que resultó ser todo un descubrimiento, como rincón idílico de Sierra Nevada, no sólo por la gran frondosidad del bosque por el que descendíamos, a través de un cómodo sendero, sino por el enorme contraste entre el árido paisaje que caracteriza a las lomas y las cresterías de esta zona. A media bajada nos encontramos con un cruce de senderos balizados que señalaba el Corazón de la Sandía a la izquierda y a la derecha, de donde veníamos, el collado del Pino, pero nosotros íbamos hacia abajo, es decir hacia el río, que curiosamente era la única dirección no señalada, aunque el idílico sendero, perfectamente marcado nos llevó sin pérdida hasta la casa de piedra que alberga la central eléctrica de La Espartera, que es como también llaman al canal junto al cual discurre la pista por donde caminaríamos durante los siguientes 500 m, abandonando dicho carril, que gira a la derecha, mientras nosotros tirábamos hacia la izquierda, para mantener la dirección predominantemente noroeste, a través del PR. A-21, que va de la toma del canal de la Espartera al cortijo Sevilla y el Mirador de Los Alayos de Dílar a donde llegamos en tiempo record, disfrutando de bonitas vistas sobre Los Alayos, que ahora veíamos cada vez mas lejanos, pero siempre grandiosos a nuestra izquierda, no terminando de asimilar la espectacularidad del recorrido que nos estábamos metiendo entre pecho y espalda, al mismo tiempo que pasábamos al filo de empinadísimas laderas y bajo la base de algunos tajos entre los cuales destacó el del barranco del Buho, donde paco Jaime juraría haber visto unas ardillas correteando.

Alcanzado el Mirador de los Alayos, unos metros mas allá del cortijo Sevilla, ya nos encontrábamos junto al inicio de la famosa ruta del Trevenque, de hecho durante los siguientes 500 m tuvimos a tiro de piedra la venta de la Fuente del Hervidero a nuestra derecha, mientras caminábamos por una pista llana, con acceso especial para minusválidos y a nuestra espalda llevábamos unas vistas impresionantes del cordal de Sierra Nevada desde el Veleta hasta el Caballo que con las luces de la hora previa al atardecer era todo un espectáculo. Llegados un altozano la psta se volvió a transformar en sendero y en pocos minutos llegamos al cerro de Las Pipas, donde hicimos una parada de reagrupamiento, para darle tiempo a la cola del grupo que curiosamente se había despistado en la zona mas dócil de la ruta, tal vez oliendo las ricas tapas de la venta del Hervidero, pero una vez mas Juan Carlos Pérez “El Portador del Anillo”, volvió a llevarse el premio a la deportividad rescatando a los compañeros extraviados y devolviéndolos a la disciplina del grupo que ahora ya sí en una contrareloj contra la caída en picado del Sol, comenzaba a ocultarse bajo la Boca la Pescá, espectacular cerro, que recibe su nombre de la silueta a la que se asemeja y que rodeamos por su cara norte para iniciar el descenso final por un espectacular sendero que en imposibles zig-zags salva de forma inverosímil la caída por los tajos junto a los que íbamos bajando, teniendo la impresión en repetidas ocasiones de que era imposible seguira bajando por donde lo hacíamos, pero se trata de un sendero perfectamente acondicionado y reforzado con barandillas en las zonas mas delicadas, convirtiéndose en un auténtico espectáculo volviéndonos a situar en la pista por donde iniciamos la ruta, viniendo a salir entre la Central de Dílar y los aparcamientos del área recreativa del Toril, a donde llegamos ya de noche, con el sonido de las cristalinas aguas del río Dílar, mientras nos despedíamos con la sensación compartida de haber realizado un auténtico rutón que a buen seguro permanecerá en la memoria de todos los compañeros que nos reunimos aquel día.