Fecha de realización: Sábado 17 de julio 2021
Entorno: Curso Bajo del Guadalevín y Alto Guadiaro
Pueblo de referencia: Ronda.
Distancia aprox. 14 km (6 km seco + 8 km acuático)
Punto de partida y estimación horaria: Inmediaciones de los Baños Árabes de Ronda
Tiempo aprox. 8 horas.
Nivel dificultad física: Medio
Tipo río (caudal, aguas, lecho y márgenes):
CAUDAL: Previsiblemente medio/bajo, aunque también habrá zonas de cierta profundidad donde será imprescindible saber nadar.
12 Participantes: El Sherpa Carmona, Nacho, Isabel "La Loba de Wall Street", Cristina Melgar "La Ardilla de Mijas Costa", Cristian "El Joven Indiana Jones", Javier, Agustín "Harry el Sucio", Nono "El Soltero de Oro", Miguel Teruel, Maria José Fernández, "La Bota de Oro", Jorge castrillo Orellana "El Titán" y un servidor: Juan Ignacio Amador.
AGUAS y LECHO: Las aguas del Guadalevín se vuelven muy fangosas por dentro del cañón de Ronda y más claras aguas abajo..
Una vez que lleguemos al río Guadiaro el fondo alterna tramos rocosos y otros con fondo arenoso, con bancos de algas que parecen atraparte los pies como en las pesadillas narradas en las historias de CREEPSHOW.
Términos transitados: Ronda, prácticamente toda la ruta discurre por la zona que queda a los pies del famoso mirador de la Alameda de Ronda, hasta el río Guadiaro. Sólo los dos últimos kilómetros pertenecen al t.m. de Benaoján.
Tipo de recorrido: lineal
Breve descripción del recorrido: El primer tramo discurre por el mismo Cañón de Ronda, siendo nuestra intención pasar bajos los tres Puentes el Puente Árabe, el Puente Viejo y el Puente Nuevo. una vez lleguemos al Salto del Puente Nuevo, tomaremos el sendero de la acequia y caminaremos por fuera del río hasta la confluencia del arroyo Sijuela con el Guadalevín, enclave realmente precioso, desde donde empieza el tramo anfibio propiamente dicho.
A partir de aquí, es nuestra intención, progresar la mayor parte del tiempo por dentro del cauce, alternando nuestro avance con otros tramos por fuera, haciendo uso de caminos paralelos al río Guadalevín. Manteniendo la misma pauta una vez lleguemos al río Guadiaro, hasta nuestra llegada a la Cueva del Gato.
VÍAS DE ESCAPE: En la primera mitad de recorrido siempre tenemos la opción de retornar a Ronda y en la segunda mitad, existen numerosos puntos desde los que podemos acceder a la MA-7401 (carretera de Benaoján).
Material IMPRESCINDIBLE: BOTE ESTANCO (como los del DECATHLON, por ejemplo), que nos servirá para cualquier tipo de rutas acuáticas o anfibias. Además de hacernos de flotador en los tramos profundos, nos sirve para llevar a buen recaudo nuestra cámara, móvil, comida, llaves del coche, etc…). Aunque también nos puede servir un bote de colacao o similar que se puede comprar en “los chinos”. Un par de bastones resultarán de gran utilidad hasta para el senderista mas habilidoso que casi siempre prescinda de ellos en rutas de montaña, aquí le vendrán muy bien, y aquel que no los lleve, no tardará en improvisar un par de bastones a base de cañas, varas secas de adelfas o alisos que siempre podemos encontrar en muchos tramos del recorrido.
¿Es IMPRESCINDIBLE el NEOPRENO?: En esta época del año, no es imprescindible. Aunque una vez que lleguemos al río Guadiaro, puede ser recomendable un neopreno, cortito, tipo surfero, donde el caudal aumentará considerablemente y a veces atravesaremos largas pozas de cierta profundidad.
Se recomienda: Cámara acuática o pequeña compacta con cajita o funda protectora; gorra, protector solar, dos bastones, botas de trekking con suelas resistentes que tengan buen agarre. Las de primer o segundo precio del DECATHLON suelen ser las mejores, incluso para hacer barranquismo. Con zapatillas normales de deporte no vamos tan protegidos para posibles golpes, arañazos o esguinces.
A tener en cuenta:
1º) Si acabamos la ruta bien de hora, nuestra intención es visitar laentrada de la "Cueva del Gato" donde actualmente se está cobrando 2,50€ por persona. Si bien, es posible que a la hora que lleguemos ya no esté el guarda, pero llevar algo de dinero de bolsillo en el bote estanco, por si acaso.
2º) Esta ruta se presta a que muchos tramos del río sean optativos, es decir, se trata de una ruta casi a la carta, donde en muchas zonas se podrá elegir entre ir por la orilla o caminos paralelos o ir por dentro del cauce.
3º) Esta ruta no requiere de ningún equipo específico de barranquismo. En los tramos que hay que ir por dentro del agua, el río suele tener poca profundidad o en todo caso por la cintura, pero también tendremos que afrontar algunas pozas de nado obligado con mas de 2 m de profundidad.
4º) Es recomendable llevar pomada para las picaduras de insectos.
5º) No olvides dejar en el maletero de tu coche, muda de calzado y ropa cómoda para cambiarte al final de la ruta.
6º) ACCIDENTES/INCIDENTES MAS FRECUENTES EN ESTE TIPO DE RUTAS ACUÁTICAS/ANFIBIAS:
A NIVEL FÍSICO: esguinces, rozaduras, golpes, contracturas (normalmente por caídas, resbalones o dejarnos deslizar por pequeños rápidos traicioneros).
A NIVEL TÉCNICO: cámaras rotas, cámaras o móviles (no acuáticos) que terminan yendo al agua. Botes o bolsas estancas que dejamos mal cerrados después de una parada para comer algo y en la siguiente poza de profundidad se nos mete el agua dentro, mojando todo lo que llevamos (y amargándonos el día). Calzados inapropiados que convierten la progresión por el río en un calvario o se nos rompen a mitad de recorrido, etc...
Inolvidable jornada estival, la que nos llevó a un reducido grupo de prestonianos a realizar esta ruta de coleccionistas, entre Ronda y la Cueva del Gato por los ríos Guadalevín y Guadiaro. Para ello, nos desplazamos en primer lugar hasta la explanada aledaña a la carretera, frente a la Cueva del Gato, donde pudimos dejar todos los vehículos gracias a Jorge Castrillo Orellana “El Titán”, que con gran generosidad se ofreció a echarnos una mano con la logística de vehículos, junto con María José Fernández “La Bota de Oro” que nos vino de maravilla que viniera desde Cortes de la Frontera, de manera que la jugada nos salió redonda, gracias a su ayuda. Como redonda e impecable, fue la introducción histórica que tuvo a bien hacernos nuestro anfitrión “El Titán”, que voy a transcribir unas líneas más abajo, lástima que por compromisos familiares no pudiese acompañarnos.
Desde el Barrio, popularmente conocido como “El Vaticano” (debido a los nombres de papas que tienen sus calles, iniciamos la caminata en descenso hasta introducirnos en el río Guadalevín, que aguas arriba recibe el nombre de “río Grande” y que nace en la Sierra de las Nieves, siendo uno de los arroyos tributarios de su cabecera, el pequeño arroyito de Carboneras, que es el que atravesamos al inicio de la ruta Quejigales Torrecilla. En esta ocasión, el río nos recibió con mucha menos agua de lo que recordábamos por estas mismas fechas, de mediados de Julio 2018. Aún así, desde el inicio ya eres consciente de que te encuentras en un escenario privilegiado, tanto desde el punto de vista histórico, como desde el punto de vista geológico.
Los vestigios históricos de los muros de Los baños Árabes, así como el puente Viejo (de origen romano), y el posterior Puente Árabe, se fusionan en perfecta armonía con las paredes del desfiladero, a través del cual empezamos a adentrarnos con la misma sensación que debieron tener los primero exploradores de las Américas y otras latitudes donde el “hombre blanco” jamás había puesto sus pies. El Puente Viejo fue «La Puente Nueva» hasta que se construyó el último, el que nos ocupa. El Puente Viejo comunicaba la ciudad y el barrio del Mercadillo. Se considera de época árabe. Tras la conquista cristiana a finales el s. XV, el puente viejo quedó destrozado. Lo volvieron a levantar delincuentes considerados “buenos maestros”. En 1616 se lo llevó una riada. El que hoy podemos ver se eleva a 31 m del río y su arco mide 10 m. Se restauró en el pasado siglo XX.
Al poco de empezar, una covacha a la izquierda, llama poderosamente nuestra atención. Mientras tanto nos vamos abriendo paso, a través de una espesa capa de algas que cubre grandes láminas de agua. El paisaje es una maravilla, pero el medio en el que nos movemos no es apto para gente muy remilgada o “tiquismiquis”. Tampoco debemos olvidar que a primera hora de la mañana con las aguas del cañón en sombra, la sensación es de aguas muy frías y hacen recomendable, al menos, un neopreno corto. La nota triste, es la cantidad de restos de envases, plásticos o hasta una pelota de plástico que nos encontramos, no necesariamente tirados desde arriba, sino arrastrados por el río, para lo cual quedó en el aire una propuesta de “Jornada de limpieza del Cañón de Ronda”.
Tras la mencionada covacha a la izquierda, un poco más adelante, también a la izquierda, llegamos a una plataforma, que a modo de balcón casi a ras de agua, coincide con la parte baja, donde finalizaban las escaleras secretas de la denominada “Casa de la Mina”, a través de la cual se sirvieron los musulmanes para abastecerse de agua, durante el largo asedio al que fue sometida la ciudad, hasta que este enclave secreto fue descubierto, apostando varios arqueros apuntando a dicho lugar, provocando la rendición de la ciudad pocos días después.
La denominada “Mina de Ronda”, situada en los Jardines de la “Casa del Rey Moro”, que diseñó el arquitecto paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, sigue, en la actualidad, envuelta en leyendas que cuentan, entre otras historias, que el inmueble fue la residencia de uno de los últimos reyes musulmanes de Ronda, “Abomelic”, que mandó a construir las escaleras, para que su hija pudiera bajar al río a bañarse, la escalera constaba de 365 escalones, que los sirvientes excavaron en un año, a razón de uno por día.
La denominada Mina, que nunca fue mina como tal, es una estructura que data de la Edad Media tardía, de entre los siglos XIV y XV, y fue excavada en la piedra de las paredes del Tajo aprovechando una grieta natural. Consta de más de 200 escalones y permite bajar al fondo de la garganta, al pie del río Guadalevín. Su función, según explicó el Titán, era defender una captación de agua y una puerta, secreta, para salir de la ciudad. Es una “coracha de aguada”, es una extensión de la muralla hacia el río para coger agua; y a la vez, una torre, que defiende una poterna, que es una salida secreta de la ciudad, que siempre es una puerta de traición, en cuanto deja de ser secreta para los enemigos, alguien de dentro se vende al enemigo para decirle dónde está el agua. Es única en España y está intacta.
Hoy en día, la Casa del Rey Moro y, por tanto sus Jardines y la Mina, declarados “Bien de Interés Cultural” (BIC), son propiedad de un empresario alemán, que quiso habilitar en el inmueble un hotel, un proyecto que encontró trabas, por lo que ahora, mientras que el Ayuntamiento exige al dueño la rehabilitación de la Casa, en muy mal estado, y con el anuncio del cierre de la actividad, Jochen Knie quiere poner en valor la Mina. Es una lástima que lugares de tanto valor histórico estén en manos privadas, y para colmo, de un extranjero.
Y mientras tanto, los once compañeros, nos íbamos adentrando por el cañón
o garganta, alternando tramos de poca profundidad, abriéndonos paso sobre una
espesa capa de algas verdes o nadando para atravesar su zona más profunda, que
precede a la pequeña presa/azud, donde se encuentra la captación de aguas, que
posteriormente descendía a toda velocidad para la producción de energía
eléctrica de la Central del Tajo, que durante muchos años fue propiedad de la
Compañía “Sevillana de Electricidad”, que fue en su día instaló la instalación
primitiva, de lo que hoy son las “vías ferratas del Tajo”, para que sus
intrépidos trabajadores, pudieran subir y bajar, evitando grandes rodeos.
Esta Garganta, Cañón o Desfiladero, se conoce popularmente como “Tajo de Ronda” porque parte a la histórica ciudad de Ronda, como un tajo, que se puede salvar a través de sus tres puentes, construidos a lo largo de su historia. Según el Maestro Geobotánico “Pepe Guerrero", el origen de la garganta se remonta a hace cinco Millones de años, cuando las aguas superficiales presentes en esta zona comenzaron a erosionar la Meseta de Ronda.
Pero antes, hay que remontarse a hace alrededor de veinte Millones de años, cuando todo lo que es Andalucía, a excepción de Sierra Morena, estaba inundada por el mar. Cuando se produce el choque de la placas Euroasiática con la Africana, empiezan las Cordilleras Béticas a emerger del mar y encontramos una Andalucía en la que gran parte del Valle del Guadalquivir continuaba inundado por el mar y otra iba emergiendo, la parte correspondiente a lo que son las actuales Cordilleras Béticas, Sierra Nevada y la Serranía de Ronda. En el caso de la zona de Ronda, parece que el mar se fue retirando por los Merinos por lo que hoy conocemos como “Cañón del Arroyo de la Ventilla”, por la Meseta de Ronda, por lo que hoy conocemos como “Tajo de Ronda” y por Cuevas del Becerro, como lo que hoy conocemos como río Guadalteba, cuyas aguas esculpieron otro desfiladero, sumadas a las del Guadalhorce y el Turón, formando el Desfiladero de los Gaitanes en “El Chorro”.
El resultado de aquel proceso, de años y años, aunque contado de forma resumida, fue la creación de una zona rodeada de montañas, que, hablando coloquialmente, empezó a rellenarse con los restos de la erosión de estas elevaciones. En el futuro sería lo que hoy podemos contemplar como la meseta de Ronda, donde está asentada la ciudad en la actualidad.
La naturaleza de estos sedimentos, unos más duros y otros más blandos y en los que se pueden observar con mucha facilidad fósiles, también las zonas del Tajo del Abanico y la garganta del arroyo de La Ventilla, es la que ha determinado el trazado del Tajo. En todo este conjunto de rocas que forman el Tajo, en el que hay conglomerados con fragmentos de rocas más gruesas en la parte de abajo, nos encontramos rocas con granitos muy finos, como consecuencia del propio depósito... los de más peso se depositan abajo. El río comienza a actuar por las zonas más débiles, por alguna fractura, en los materiales duros le cuesta más y es donde se va encajando, cuando encuentra materiales blandos, erosiona más rápido. El sistema de rocas sedimentarias se llaman molasas y éstas se rompen en grietas más o menos verticales. Cuando una roca es dura, se mantienen los márgenes del río y cuando es blanda, el valle se abre. En Ronda la peculiaridad es que han ocurrido las dos cosas: el río está encajonado cuando atraviesa la ciudad y el valle se ha abierto en lo que llamamos la Hoya del Tajo, lo que vemos cuando, nos asomamos a los balcones de la Alameda o al Puente Nuevo, con las Sierras de Líbar y Grazalema como telón de fondo.
En la actualidad, el río Guadalevín continúa erosionando las paredes del Tajo, por el trabajo silencioso del agua y por el impacto de los materiales, principalmente, rocas, que arrastra en época de lluvias abundantes, actuando como potentes martillos. ¿Cómo será el Tajo de Ronda dentro de unos 15-20 Millones de años?. Pues será como una parte ampliada de la Hoya del Tajo... una vez que el Guadalevín encuentre roca blanda cerca de la base del tajo y sus paredes empiecen a caer y a ensancharse el cañón. Las paredes del tajo llegan a alcanzar los cien metros de altura y mide medio kilómetro de longitud. Obviamente los hay mucho mayores a lo largo del Planeta, sin embargo, se le considera el mayor cañón con el entorno más habitado de todo el mundo. Nada menos que por la ciudad del mundo, pues la gran mayoría suelen formar parte de entornos naturales de montaña y lugares remotos.
Hay relieves en España que se pueden parecer como los cortados en Cuenca o en Arcos de la Frontera, los Mallos de Riglos, en el Pre pirineo aragonés, ó los conglomerados de Monteserrat. En Cádiz, las formaciones de Setenil de las Bodegas, son de la misma naturaleza que el Tajo de Ronda y en el Cañón del Colorado ha ocurrido lo mismo, aunque con otra entidad y otras peculiaridades. Pero sin lugar a dudas, el Tajo de Ronda es uno de los accidentes geográficos habitados más espectaculares no ya sólo a nivel europeo, sino, a nivel mundial.
Poco antes de llegar a los pies del colosal Puente Nuevo, tuvimos que hacer dos pequeños destrepes, que todos pudimos llevar a cabo gracias a la ayuda y generosidad de los compañeros más intrépidos, pues en ambos casos superaban los 4 m de altura con algunos apoyos en roca húmeda y resbaladiza, que no lo recordábamos así de 2018 y que harán recomendable una cuerda de fortuna en futuras incursiones.
Tal y como nos contó “El Titán”, La villa de Ronda, pacificada tras los convulsos años de conquista cristiana (1485) se desarrolló rápidamente. Y el aumento de población requería un puente nuevo, además del antiguo. Se intentó construir un puente en el s. XVI. Pero la dificultad técnica era enorme para los medios de la época.
En 1735, bajo el Reinado de Felipe V, se construyó un arco de 35 m de diámetro. Fue una tragedia: se derrumbó cinco años después y mató a casi 50 personas.Finalmente, un arquitecto excepcional del s. XVIII consiguió elevar y mantener el actual Puente Nuevo. Ese genial arquitecto fue José Martín de Aldehuela, al que también se le atribuye, la construcción de la Plaza de Toros de Ronda.José Martín de Aldehuela (Teruel, 1729 – Málaga, 1802) llegó a Málaga requerido por el obispo (Molina Larios) para construir los cimientos de la catedral de la ciudad. Ya había trabajado en la catedral de Cuenca.Como el protagonista de Los Pilares de la Tierra, la novela de Ken Follet, José Martín se mueve de catedral en catedral. En Málaga proyectó, además del Puente Nuevo, el acueducto de San Telmo, para abastecer de agua a la ciudad, y la casa del Consulado de Málaga, declarada hoy Monumento Histórico Nacional. La leyenda dice que Martín de Aldehuela se suicidó en el Puente Nuevo por no poder concebir un puente más bonito. Sus restos están bajo la plaza del convento de San Pedro de Alcántara, en Málaga.
El actual Puente Nuevo se construyó entre 1751 y 1793, más de tres décadas. Se considera una obra maestra de ingeniería. Mide 98 de altura y 70 m de longitud. Y hasta el año 1839 tuvo el honor de ser el puente más alto del mundo.
Pese a sus dimensiones, el puente parece un elemento natural de la roca. El color se diluye en perfecta armonía, con el de las paredes del acantilado. El material utilizado se extrajo del fondo de la garganta del río. Y así se consiguió el efecto mímesis.
Sobre el arco principal del Puente Nuevo hay una ventanita. Es una estancia oculta. Primero fue una cárcel (los reos estaban colgados en la nada) y luego un mesón (lo mismo que sirvió como condena, se consideró un privilegio). Hoy es un centro de interpretación del entorno, de la historia y de la ciudad, donde se pueden ver fotos y vídeos que recogen la historia sobre el Puente Nuevo.
Algunos días de invierno, cuando el viento sopla con fuerza, bajo los arcos del Puente Nuevo, entre silbidos, el viento eleva el agua del río y llegan arriba algunas gotas. Y algunos dicen aquello de “aquí llueve pa´rriba”.
Abandonamos el interior del Tajo, a pocos metros de donde se encuentra la reunión donde los barranquistas inician el descenso del mítico rápel de 50 m en vertical, remontando la empinada ladera bajo la higuera que nos sitúa en el vertiginoso sendero de la antigua acequia, antaño utilizado en exclusiva por los operarios de la antigua Central del Salto del Tajo, un lugar donde debemos caminar con muchísima precaución, hasta alcanzar las inmediaciones del sendero de “La Cuesta del Cachondeo” con sus bonitos miradores hacia el Puentee Nuevo, símbolo de Ronda, de Andalucía y de España para la Humanidad, emblemática postal donde las haya, que nos sirvió como telón de fondo, para una de nuestras fotos de grupo.Al fondo el emblemático Puente Nuevo, cuyo tremendo mérito merece una obra como “Los Pilares de la Tierra”, salvando un abismo de cien metros sobre el río Guadalevín (Wadi-al-Labaiem>: «río de leche»), cuyas aguas empapaban nuestras botas y atuendos. El históricos puente que une la ciudad (barrio antiguo) con el Mercadillo (barrio nuevo), las dos zonas históricas. Y Junto al puente, el Parador nacional y más allá el entorno de la Plaza de Toros y los miradores del Paseo de la Alameda. Y ante nosotros se iba abriendo la Hoya del Tajo, con curiosas formaciones rocosas, que se han ido separando de los tajos como la denominada “Asa de la Caldera” o como la denominada “Picha del Moro”, cerca de la cual pasamos en nuestro descenso, hacia el denominado “Camino de los Molinos”, que tan sólo tocamos brevemente, para desviarnos, como si fuésemos hacia la Ermita de la Virgen de la Cabeza y más tarde, descender al vado del río Guadalevín, en dirección al Puerto de la Muela, al que ya no sería necesario llegar.
Una vez en este vado la mayor parte del recorrido es por dentro del mismo cauce del Guadalevín, donde sólo nos encontraremos con algunas pozas profundas, siendo más del 95% de escasa profundidad sin apenas superar la cintura, o ni tan siquiera las rodillas en muchos tramos, pero deleitándonos con rincones de gran belleza como el de la Finca del Duende, que aparece en los mapas como “Huerta de la Reala” (templete inspirado en la antigua Grecia, inclusive, a la altura del puente).
La zona de gradas geológicas, donde se lee une el modesto cauce del arroyo Sijuela, procedente del tajo del Abanico. Aunque a la altura de la Indiana, donde se encuentra la Depuradora de Ronda y el río pasa junto a varias fincas ganaderas, el agua huele muy mal y más nos vale no tragar nada de agua a nuestro paso por esa zona de la que en caso de sobrevivir, ya nos pueden dar “Certificado de la Covid en todas sus modalidades”.
Por suerte, más allá del Puente dela Indiana, el río parece renovarse, especialmente a partir de sus puntos de confluencias con el Guadalcobacín, a partir del cual forma el Guadiaro y con el arroyo del Cupil, aunque ambos bajaban secos, hasta el puntos de que sus puntos de confluencia con el Guadalevín/Guadiaro se nos pasaron totalmente desapercibidos. Tras disfrutar de un agradable almuerzo a la sombre de una pequeña alameda paralela a la orilla del Guadiaro, decidimos renunciar a un trecho del río, donde este se hace estrecho y con demasiada vegetación para avanzar más rápidos por el carril terrizo, que discurre paralelo a la vía del tren, carril, que se termina difuminando con sendero de ganado, que entre el cardizal se abre paso para devolvernos hasta el Guadiaro, que volvimos a atravesar por un rudimentario puente de tablillas, continuando en paralelo por un tenue sendero por su margen izquierdo, hasta que un kilómetro antes de llegar a la Cueva del Gato volvimos a meternos en el río para completar este último kilómetro por dentro de un Guadiaro que por esta zona discurría muy amansado, sin apenas corriente, sobre unas rocas muy resbaladizas que nos obligaron a completar este último kilómetro a cámara lenta, hasta llegar al alarmantemente saturado de visitantes, Lago de la Cueva del Gato. Gracias a la habilidad de nuestros fotógrafos, se pudo evitar en la foto las “hordas de visitantes”, que unidas a la prohibición de acceso a la Cueva, actualmente con el sendero de acceso vallado, nos llevó a abandonar el lugar tan pronto como nos hicimos la foto. Uno de los parajes con más encanto de la provincia de Málaga, pero con una saturación de visitantes verdaderamente alarmante, al menos aquel sábado 17 de Julio e imaginamos que todos los fines de semana.
¡Qué tiempos aquellos en los que a la Cueva del Gato, sólo íbamos cuatro gatos!. Si bien es cierto que salvo el final de recorrido, este itinerario a día de hoy, sigue siendo un itinerario de coleccionistas.