
Con los primeros rayos de sol reflejándose sobre la cúpula dorada del “Templo Budista de Benalmádena”, comenzaron a llegar los compañeros desde distintos puntos de Al Andalus, a

Entre lujosas mansiones con capiteles corintios, ubicadas donde hasta hace pocos años, sólo había campo, iniciamos nuestra aproximación al pie de la sierra entre fincas de aguacates. Fruta exótica que no se conoció en Hispania hasta muchos siglos después de nuestro querido Marco Aurelio.







Reagrupados todos en el la mismísima cumbre del “Calamorro”, nos hicimos las fotos de rigor con el telón de fondo de las vistas anteriormente descritas mas toda la zona de Benalmádena pueblo, con la inconfundible silueta del Templo Budista, sus campos de fútbol, la plaza de toros, toda la zona de Torrequebrada con Fuengirola al fondo, bajo un radiante sol de primavera que bañaba nuestra piel, acariciada allí arriba por la brisa procedente del cercano Mare Nostrum, que teníamos a nuestros pies, cuyas aguas azules, aparecían surcadas desde allí arriba por pequeñas embarcaciones de pesca y algún que otro velero a la antigua usanza.
Sin embargo, en contrapartida, teníamos a nuestra espalda, la apocalíptica cantera de “Alhaurín de La Torre”, que requiere una seria planificación de recuperación medio ambiental para la zona, si no queremos dañar irreversiblemente el ecosistema de esta sierra, que están arrancando literalmente a grandes pedazos, hasta el punto de hacer desaparecer montañas y laderas enteras, a base de dinamita y una atrocidad tras otras, mientras los maletines siguen pasando por debajo de las mesas de los ayuntamientos responsables y las máximas autoridades, se hacen los sordos y los ciegos, mientras sus cuentas corrientes suben como la espuma y nop se casan de hablarnos de política medio ambiental y desarrollo sostenido. Sin duda, se trata de la sierra litoral mas amenazada por la cada vez mayor densidad de población de la costa del Sol occidental, los grandes proyectos urbanísticos que han sobrepasado la barrera psicológica de la autovía y las innumerables canteras que están destrozando literalmente esta sierra donde todavía conviven zorros, cabras montesas, tejones, meloncillos, jabalíes, etc…, además de albergar una amplia
colonia de pequeñas y medianas rapaces entre las que destaca el águila culebrera, el halcón peregrino, la lechuza, el cernícalo ó el búho real, además de la ya mencionada, pequeña colonia de aves rapaces en proceso de recuperación para exhibición que tienen instalada junto a la estación superior del teleférico como atracción complementaria. Tampoco faltan los reptiles entre los que destaca un amplio número de lagartijas que se nos cruzan cada poco ó la víbora en las zonas de mayor densidad de matorral.
El descenso del “Cerro Calamorro” (771 m.), lo realizamos por una empinada y arenosa senda casi a tumba abierta que nos lleva hasta el inicio de la “Ruta de Los Cazadores” que forma parte de la red de senderos de Benalmádena, por la que en media hora llegamos al enlace de la senda que desciende por “El Circo del Quejigal” donde se planteó con buen ambiente de hermandad, la posibilidad de llegar hasta el “Cerro del Moro” popularmente conocido como “Los Repetidores” ó finalizar bajando directamente por “El Circo del Quejigal”.Algo menos de la mitad del grupo se decantó por bajar directamente por la ruta del “Circo del Quejigal” entre ellos: Paca Holgado “La Gacela de Villamartín”, Jesús García, “Leoncio”, Reinaldo y Manuela “Los Senescales de la Bahía”, Ana y Fernando “Los Duques de Juanar”. Precisamente, el amigo Fernando me enviaba estas impresiones de su descenso: Cuando el grupo hubo llegado al Regajo del Quejigal separamos nuestros caminos no sin antes escuchar atentamente las explicaciones de Juani sobre lo que restaba de jornada. La opción tomada discurre por una preciosa cañada que deja a nuestra espalda el circo del Quejigal mostrándonos éste todo su esplendor cuando ya nos hemos alejado un poco de él. Seguimos un antiguo canal de aguas que se dirige a Benalmádena. Es visible y se conservan las casetas de control, de las cuales encontraremos tres a lo largo de la senda. Continuamos sin pérdida posible
siempre paralelos al arroyo Hondo en una bajada que cada vez se hace más cómoda. Ya divisamos la autovía, miramos atrás y por un momento pensamos, ¿adónde estarán los otros, habrán coronado el cerro del Moro? ¿Bajarán por la Mina o por el Quejigal? ¿Se les hará de noche?...El último regalo que no da la naturaleza, un bosquecito de pinos bellísimo pero delicado, casi pisoteado por los enormes pies de la autovía. La A368, caemos sobre el asfalto y nos dirigimos a la plaza de toros, donde hay un bar guiri. Carteles taurinos, decoración típica andaluza, y en la tele el 6 naciones de Rugby. Tras la cervecita, un lento y saboreado paseo por las calles de Benalmádena a la que encontré muy bonita esa tarde. Lástima que llegamos un poco tarde al templo, podíamos haberle dado las gracias a Buda por la parte que le toca.
Mas o menos al mismo tiempo que los compañeros que habían descendido por la “Ruta del Circo del Quejigal” llegaban a la fuente seca, donde se encuentra un panel informativo. El resto de la expedición, coronábamos el “Cerro del Moro” (939 m.), punto mas alto del recorrido, donde el día antes, “ Forrest Gump Carlitos” y “ El Comandante Juani” habían ocultado tácticamente entre matorrales, diez garrafas de agua, que supieron a gloria justo cuando las cantimploras estaban casi vacías. Tras las fotos de rigor y con menos de dos horas de luz solar, las circunstancias obligaban a plantearse el dilema de optar entre la opción casi inédita del descenso por la “Ruta del Tajo de la Sabia”, ó bien por la espectacular bajada hacia el Templo Budista por la “Ruta de La Cueva de la Trinidad” final de ruta de la anterior edición por la que optaron la mayoría de participantes que se encontraban allí, entre ellos los “pura sangre” anteriormente mencionados en el capítulo de la escapada protagonizada por “Los Llanos de Los Pajaritos” previa al “Mirador del Lobo”, a los que se le unieron Paco Leal “El Hombre de la Cabeza Nevada”, Celia “La Hechicera du Sao Paulo”, Pacop “El Bolichero”, la debutante local “Mavi”, “El Indomable Jaime”, la mayoría, compañeros de una potencia descomunal, candidatos a la próxima edición de la “Translíbica 2008”, como por ejemplo Héctor “El Caimán de Puente Genil” que escribía estas palabras:
Una vez hollado el Cerro del Moro y agradecidos por el maná que supusieron las garrafas de agua fresca en la cumbre asaeteada por ingenios metálicos, cual bravo toro tras el tercio de banderillas, una suerte de diáspora seccionó el grupo en dos. Los que optamos por la opción bautizada por el comandante Juani como kamikaze, comenzamos la bajada vertiginosa asomados a un balcón de la costa del sol occidental, sorteando matorral bajo, rocas y piedras sueltas y con el freno de mano asido en todo momento para un eventual uso.
Pasado un tiempo, el sendero perdió verticalidad y comenzó a rasurar el monte cambiando de orientación a intervalos irregulares: tan pronto caminábamos hacia el oeste como, tras un giro brusco, sentíamos el tibio sol en el cogote. El zumbido de la autovía, monótono y gris, se hacia más audible al tiempo que las casas tomaban formas geométricas y dejaban de ser lunares adornando las faldas del monte. El pequeño grupo se estiraba cada vez más, quedando siempre en la zona media el entrañable Rafa Cordero, como buen pastor que guía a su. rebaño. Magda “La Pimentonera de Águilas”, audaz como ella sola, señoreaba también en esta Ruta de La Mina de la Trinidad, junto al noble Arturo, mas conocido como “El Lince de Rocigalgo”.
El astro rey se debatía entre nubes inciertas, pintando un atardecer sublime que se empeñó en inmortalizar con su cámara Jen (de las Supernenas), consiguiéndolo al fin y emulando de esta forma al mejor Carlos Tapia El Retratista de Atardeceres. Jennifer se retrasaba por su insistencia en retratar el ocaso, pero cuando corría para recuperar le terreno perdido lo hacía flotando, con donaire; era admirable verla descender grácil como una gacela a pesar de su estatura.
Dejamos atrás la mina, no sin antes recoger alguna muestra mineral, para liquidar ya el último tramo de la ruta. Construcciones en curso de ladrillo y hormigón nos saludaron al entrar en las primeras calles de Benalmádena, alcanzando nuestro destino, el templo budista, pasadas las siete y media de la tarde. Aún no había llegado el segundo grupo, pero algunos no pudimos esperarlos, teniendo que partir cual mochuelo a su olivo.
Mientras tanto un último grupo de “Pasos Largos” completábamos el curioso tridente en el que finalizaba nuestra “2ª Edición de la Transmijeña” bajando por la “Ruta del Tajo de La Sabia” que combina un pequeño tramo tan exuberante como la “Ruta del Circo del Quejigal” con un denso bosque de pinos, todavía próximo a la cumbre del Cerro del Moro”, que inmortalizaban con sus cámaras “El Elfo de la Malagueta” ó Paco Domínguez “El Reportero de las Cumbres”. En plena bajada, Patri, “La Chica que miraba a las Estrellas”, nos deleitaba con su desenvoltura y agilidad para realizar grandes descensos, con su pañoleta blanca de novicia al viento. Mientras el “Alferez Don Jesús” entonaba cánticos de sus tiempos castrenses, entre ellos: las "ordenanzas del soldado" de tiempos de Carlos III: "a ningún recluta se le permitirá entrar de guardia sin que sepa de memoria las obligaciones de un centinela, llevar bien su arma, marchar con soltura y aire y hacer fuego con prontitud y orden". Al mismo tiempo que contemplaba el atardecer sobre el mar desde cada recodo del camino, sin cansarse de repetir que las vistas eran: “¡MAGNÍFICAS, MARAVILLOSAS!”. Cerca ya del enlace con el tramo final de la “Ruta del Circo del Quejigal” próximos al viaducto, decidimos aventurarnos por una nueva senda que se dirigía hacia la zona donde se encuentra “El Templo Budista”, al tiempo que comunicaba diversas casetas de aguas, antaño alimentadas por los manantiales que existían en las numerosas cañadas que bajan por las faldas del “Cerro del Moro” hacia Benalmádena pueblo, que ya teníamos a tiro de piedra.
A pesar de la proximidad a la autovía, atravesamos varias cañadas idílicas, salpicados por exóticas flores que llevaron al éxtasis a nuestra compañera “Vicky La Botánica” que en esta ocasión tuvo como guía espiritual a Rafa Márquez, “El Aristóteles de la Senda”. Las cañadas iban sumándose una tras otra sin parecer tener fín como en el mito de “Sísifo” en nuestro caso, el sendero que se había mostrado atractivo y despejado se tornaba agreste y con tremendos matorrales espinosos a través de los cuales pasaba estoicamente “El Alferez Don Jesús” con disciplina espartana. Nada de mariconadas. Conforme la oscuridad
de la noche nos iba engullendo. Cuando aún nos faltaba por descender la última cañada por un terreno muy escarpado, “El Hombre que sabía demasiado” sacó su frontal, cual “Luz de Erendil”, iluminándonos el tramo final del camino, mientras un puñado de ratas de considerable tamaño, nos miraban con caras de alucinadas, mientras atravesábamos un túnel bajo la autovía. Llegando en unos instantes y por segundo año consecutivo, de noche, al templo budista donde nos esperaban algunos de los compañeros supervivientes a esta edición de la “Transmijeña 2008” donde la opinión generalizada fue de haber disfrutado de una ruta muy entretenida y divertida en la que nos lo pasamos en grande, sin acabar tan cansados como el año pasado, aunque con la dureza suficiente para destrozar mis inimitables pantalones naranjas fosforitos, que conocieron en esta ruta su último día de gloria.
Otros compañeros que participaron en la “Transmijeña 2008” fueron: José Manuel Alonso Bardón, Celia León Rodríguez, Gabriel Tejero, Ana Mª Jurado y Francisco Gómez Luy.
Crónica: Héctor Jiménez, Fernando Jiménez y Juan Ignacio Amador
Fotos: Juan Antonio Mena y Juani
Así se divierten los chavales de Benalmádena y Mijas:
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