Entorno: Parque natural Sierra de Grazalema
Punto de inicio y final de ruta: Aparcamiento camping Tajo del
Rodillo, (850 msnm) situado a la salida de Grazalema en dirección al Puerto del
Boyar.
Distancia aproximada: 14,5 km (dependiendo de si nos ceñimos al Simancón
y Reloj)
Tiempo aprox.: 7-8 horas (que siempre se puede acortar o alargar
según las pausas realizadas y el ritmo de marcha).
Desnivel aproximado: 850
Dificultad media: No tanto por el desnivel, como por el inmenso
lapiaz entre El Simancón y El Reloj, así como el tramo final de descenso desde
la cumbre del Reloj hasta la Charca Verde con grandes escalones entre el
abundante lapiaz.
Tipo de camino: sendero y canchal con bastantes rocas en los tramos
de cumbre y bajada hasta la Charca Verde, el resto es muy llevadero.
Agua potable: No hay durante el recorrido, solo en el camping,
inicio y final de ruta.
Fecha de realización: sábado 14 de
enero 2017, día de cielos despejados, pero viento norte superior a los 30 km/h
en zona de cumbre, que nos tuvo con sensación térmica cercana a los 0ºC en el
Simancón y El Reloj. El resto del itinerario fue muy agradable.
32 Participantes: Desde Huelva: Santa Teresa de
Mágina; Desde Sevilla: Juan Antonio
Martín Gallardo, Claudia Martín, Ángel González "El Gladiador de Itálica",
Álvaro Millán y el Indomable Jaime ; Desde
Cádiz: Manuel Limón "Premio Nobel de Senderismo",y Ana Dianez
"La Arqueóloga";
Desde distintos puntos de Málaga: Antonio
Francisco "La Locomotora de Alhaurín", Paco "El Generoso", Arnaud
Turnier "El Repostero de Versalles", Mariano "El Ingeniero de
Telecomunicaciones", Joaquin Molina "El Quemasangre", Miguel
Fortes "El Marqués de la Viñuela" , Paqui Bravo "La Pacificadora", Rafael
Molina "El Retorno de Elvis", Lena "La Amazona Bielorrusa",
Maria José Fernández "Caminando entre Dinosaurios", Fernando Jiménez
"El Duque de Juanar" , Ana Bueno "La Duquesa de Juanar", Marlen
"La Perla de Venezuela", Aurelio Campos Rico, Alejandro Campos Zafra ,
José Luis Ortega Lozano, Marlise Hofer, Manuel
Esteban, Luis Boutín, Francisco Moreno, Mabel
Berutich, una parejita cuyo nombre no recuerdo ahora (perdón) y un servidor
Juan Ignacio Amador.
Bibliografía: Base de datos de Manuel Limón y el libro parque
natural de Grazalema Guía del excursionista, de mi Manuel Becerra Parra (Edit.
La Serranía)
Crónica: Juan Ignacio Amador con la colaboración de Manuel Limón.
Fotografías de: Manuel Limón, Arnaud Turnier, Antonio Fco. Gallego y Juan Ignacio Amador.
Tomando
como punto de partida el parking del Camping Tajo del Rodillo (800 msnm) donde
nos encontramos con un interesante panel didáctico sobre la formación del
complejo subbético y otro sobre la construcción y el funcionamiento de los
pozos de nieve, atravesamos una pequeña
angarilla desde la que comenzamos a ganar altura llevando a nuestra izquierda
la valla metálica que delimita el camping, poco después atravesamos una segunda
angarilla, a partir de la cual iniciamos la ascensión por un pedregoso sendero
escalonado sobre roca viva.
Se trata de la Cañada de Mahón, no tardamos en
dejar a la derecha una antigua era recientemente
restaurada, aunque con su panel informativo muy deteriorado a fecha (enero
2017); unos metros más adelante, si estamos atentos al suelo, sobre uno de los
escalones por los que vamos ascendiendo nos encontramos con un fragmento de
gran tamaño de una huella de fósil de amonite, parecido a los que
abundan en El Torcal de Antequera y otras sierras Subbéticas, recordándonos una
vez más que todas ellas tienen el mismo origen y edad geológica.
En
este primer tramo del recorrido, tenemos a nuestra derecha, la imponente mole
del Peñón
Grande.
Tras
una larga sucesión de zig-zags por La
Cañada de Mahón, nos reagrupamos
al llegar al puerto del Endrinal, donde nos encontramos con el
correspondiente panel informativo y unos metros antes un cruce de senderos, que
de tomar a la izquierda nos permite realizar una pequeña circular retornando a
Grazalema, o bien prolongar el recorrido hasta la Charca Verde, la Casa del Reloj y Villaluenga del Rosario.
Echando la vista atrás ya podíamos contemplar
el cerro
Malaver, por encima del curioso cerro Gaidovar de Grazalema, además
del Lagarín
y Las Grajas, y mirando hacia al sur, coincidiendo con el sentido de la
marcha, nos encontramos con un majestuoso paisaje de montaña presidido de
izquierda a derecha por el Reloj, el Simancón y La Corona de Los
Yedrales, el Navazuelo y el tajillo Daleao o del Pescador. Con el Llano
del Endrinal a nuestros pies, hasta donde descendemos a continuación.
Como nos
estuvo comentando nuestro querido y admirado amigo Manuel Limón: La dolina de
los Llanos
del Endrinal, más bien es un polje, de forma triangular de forma
alargada y cerrada por las laderas circundantes, situado a unos 1.100 msnm, que
suele estar engalanado
de “amapolas de Grazalema” en los meses de mayo y junio. Al poseer un suelo de “terra rossa”
(arcillas de descalcificación) presenta una gran fertilidad en lo que respecta
a su aprovechamiento agrícola, motivo por el cual ha sido cultivado hasta bien
entrado el siglo XX.
De hecho el cercado de muros de piedras protegía los
cultivos agrícolas (cereales y legumbres) del ganado que pastaban por esa
tierra. Una vez en los Llanos del Endrinal, podemos rodear el cercado de piedra
bien por la izquierda, bien por la derecha, pero nosotros decidimos rodearlo
por la derecha, para de este modo, visitar el Pozo-pilar del Endrinal,
construido en el año 1958 y restaurado en el 2010. Pozo y cercado fueron
restaurados en el 2010 en el “Proyecto de Recuperación de Paisajes y Elementos
Etnológicos de la Sierra de Grazalema” (lástima que el panel informativo se
encontraba tan ilegible y quemado por el sol, como el de la era del principio,
hecho del que dimos parte a la Federación Andaluza de Montaña y a la oficinas
del parque, unos días después, concretamente el 17 de enero de 2017).
Al
final de los Llanos del Endrinal, nos encontramos con dos senderos: el de la
derecha asciende por un lapiaz desnudo
hasta el collado que vemos al fondo, se trata del "Puerto de las Presillas".
Y otro sendero a la izquierda que es nuestro camino a seguir, adentrándonos en
pocos minutos en el pinar que vemos de frente y un poco a nuestra izquierda.
Iniciando de este modo el segundo tramo de ascensión, que no obstante se hace
muy llevadero, gracias al amparo de la sombra de los pinos y los prolongados
zig-zags que alivian la pendiente del terreno.
Además, el frescor y la pureza
de atmósfera ha favorecido la proliferación de musgos y líquenes sobre troncos
y roquedos, que nos regalan preciosos rincones llenos de encanto a nuestro
paso. Finalizada la zona del pinar, llegamos a una zona donde el lapiaz
comienza a ser cada vez más abundante, se trata del El Navazuelo.
Seguimos
ganando altura, pero la pendiente comienza a suavizarse, conforme vamos
llegando al LLano de los Lastonares, quedando ya muy cerca la cumbre del
Simancón a nuestra izquierda y el redondeado cerro de La Corona de Los Yedrales (1.479
m) a nuestra derecha, que fue hasta donde ascendimos en primer lugar en
octubre de 2011.
Continuando
dirección sur hasta el LLano de los Lastonares, zona que
ya se encuentra muy cerca de la cumbre del Simancón, relativamente cerca, a nuestra izquierda, que es hacia donde debemos desviarnos tan pronto
veamos el primer hito de piedra o la primera pintura de flecha amarilla, que
con muy buen criterio se han pintado sobre un fondo negro para que destaque sobre
la roca caliza de color gris claro.
Entre
tanta roca resulta fácil perder el sendero, pero si prestamos atención desde
cada flecha o hito de piedra ya vemos el siguiente hacia el que nos tenemos que
dirigir y en el peor de los casos, si no lo vemos, con un mínimo de instinto
montañero hacemos cumbre sin mayor dificultad que la del lógico esfuerzo físico
de remontar la ladera que
tenemos
por delante, siendo siempre recomendable encontrar un ritmo cómodo de
respiración, hasta coronar el Simancón (1.569 m), segundo techo
de Cádiz (huérfano de vértice geodésico).
Una
vez en la cumbre del Simancón las vistas son magníficas: Al ESTE: Preside en
paisaje Los Llanos del republicano, con el telón de fondo de la sierra del
Mojón Alto, el Macizo de Líbar desde el Ventana al Martín Gil, y en un segundo
plano Ronda asomando por encima del hacho de Montrejaque, con el cerro Tavizna
a la izquierda y la Sierra de las Nieves a la derecha de Ronda. Al SURESTE y
SUR destacan Los Reales de Sierra Bermeja, el Hacho de Gaucín con el peñón de
Gibraltar al fondo, la sierra de Los Pinos y el Picacho y el Aljibe, junto con
la gran altiplanicie que los une. Y al SUROESTE: el Albarracín, La Sierra de la
Silla, Villamartín, Prado del Rey, Bornos, Espera, Arcos de la Frontera y El
Embalse de Los Hurones. Al OESTE la Corona de Los Yedrales. Al NOROESTE: la Sierra del Pinar, rematada por el Torreón
(techo de Cádiz con 1.654 m.).
Y al NORTE Montecorto a los pies del cerro Malaver, El Lagarín y Las Grajas y
la sierra del Tablón.
El
conjunto que forman El Simancón y El Reloj unidos por sus laderas y todo su
entorno, constituyen un espectacular modelado kárstico, formado por extensos
lapiaces, en ocasiones muy afilados, así como numerosas grietas, simas y
relieves peri glaciares y nivo-kársticos, que son únicos en toda Andalucía
Occidental. Todo un espectáculo para la vista, que contemplarán con gran
admiración los amantes de la geología en particular y en general cualquier
persona que sepa distinguir el hecho de encontrarse ante un fenómeno natural de
dimensiones colosales como este.
De manera que el camino que tenemos entre El
Simancón y El Reloj, nos recuerda a un paisaje lunar. Entre tanta roca,
escalones y grietas resulta difícil distinguir un sendero, pero si prestamos
atención, desde la misma cumbre del Simancón, parte un sendero mimetizado con
el terreno a través de una zona abancalada que tenemos ante nosotros, que en
principio lleva dirección sureste, pero que rápidamente comienza a zigzaguear orientándonos
hacia el cordal que une las dos cumbres. Por encima de la cual se puede caminar
perfectamente, sin embargo, en enero de 2017, soplaba un viento tan fuerte en
nuestro tránsito de una cumbre a otra, que nos vimos obligados a recurrir al
sendero paralelo, que discurre unos cuantos metros por debajo del cordal por su
vertiente sur, pasando en escasos metros de ser azotados por el viento a
disfrutar de un precioso paisaje de montaña, sin el incordio del viento frío. Llevando
siempre dirección ESTE e intentando no perder mucha altura.
A
pesar de lo inhóspito que pueda resultar a primera vista, este paisaje lunar,
en cada grieta entre las rocas nos encontramos con un pequeño jardín en miniatura
que en ocasiones alberga hasta cinco especies diferentes en un espacio muy
reducido. En caso de perder el sendero, como regla general nos mantendremos
sobre la loma que une las dos cumbres, o muy cerca de la misma, evitando
siempre las grietas, teniendo cuidado con las zonas más escalonadas, y haciendo
uso de las manos si fuera preciso, mas por comodidad/seguridad, que por
verdadera necesidad, pues en ningún caso hay que trepar o destrepar, en todo
caso salvar algún que otro escalón alto de vez en cuando.
En poco más de 20 minutos podemos situarnos en la cumbre del Reloj (1.535 m.), que alberga el vértice geodésico ó más bien que albergaba, porque ya en 2011 nos lo encontramos tirado en el suelo y así seguía en 2017.
En poco más de 20 minutos podemos situarnos en la cumbre del Reloj (1.535 m.), que alberga el vértice geodésico ó más bien que albergaba, porque ya en 2011 nos lo encontramos tirado en el suelo y así seguía en 2017.
Una
vez realizada la foto de grupo, iniciamos el descenso hasta “La Charca Verde”,
en dirección SUR. Los primeros 100 m discurren por la misma cuerda de la
montaña por la que hemos llegado, para inmediatamente después, desviarnos
ligeramente a nuestra derecha, en busca de una especia de cañada, por la que
continuamos descendiendo, siempre con marcada trayectoria sur, a través de un
sendero que discurre entre angostas dolinas abancaladas, separadas entre sí por
pequeños lapiaces, donde vamos bajando de forma escalonada sin ninguna
dificultad, hasta que el terreno se va suavizando conforme llegamos al lugar
conocido como la Charca Verde, antaño conocido como “el Pocillo Verde” es un perezoso
agrandado por la mano del hombre para servir de abrevadero al ganado, casi
siempre presente en la zona donde no suelen faltar algunas vacas como tuvimos
oportunidad de comprobar al final de la bajada. El color verde que le da nombre
se debe a la presencia de algas clorofíceas filamentosas. Al igual que en 2011,
este fue el lugar que escogimos para disfrutar del almuerzo, ya con las dos
cumbres principales de la jornada en el zurrón.
Finalizado
el almuerzo en la Charca Verde tomamos la Vereda del Reloj, en dirección SUR,
pasando junto a los restos de la piedra conocida como "Snoopy" por
tener cierto parecido con el conocido perro, aunque ya sólo le quede la cabeza.
Este sendero conocido como Vereda del
Reloj era el antiguo camino que comunicaba las poblaciones de Grazalema y
Villaluenga.
El sendero mantiene un perfil predominantemente descendente conforme vamos caminando de regreso a Grazalema, a veces de forma escalonada sobre las abundantes rocas del entorno, a veces llaneando entre las abundantes encinas, quejigos y bosquetes de pino, pasando junto a un cercado de piedra rectangular que queda a la izquierda del sendero, alternándose pequeñas dolinas aisladas, primitivo paisaje de dehesas y asomándonos de vez en cuando a algún lapiaz de enorme tamaño y afiladas aristas, a la izquierda del sendero, conforme vamos rodeando la base de la vertiente este del Reloj.
En primavera abundan las peonías mandrágora, enebros y algunos bolos de sílex incrustados en el interior de calizas fracturadas, (como en la fotografía de abajo).
El sendero mantiene un perfil predominantemente descendente conforme vamos caminando de regreso a Grazalema, a veces de forma escalonada sobre las abundantes rocas del entorno, a veces llaneando entre las abundantes encinas, quejigos y bosquetes de pino, pasando junto a un cercado de piedra rectangular que queda a la izquierda del sendero, alternándose pequeñas dolinas aisladas, primitivo paisaje de dehesas y asomándonos de vez en cuando a algún lapiaz de enorme tamaño y afiladas aristas, a la izquierda del sendero, conforme vamos rodeando la base de la vertiente este del Reloj.
En primavera abundan las peonías mandrágora, enebros y algunos bolos de sílex incrustados en el interior de calizas fracturadas, (como en la fotografía de abajo).
Una
vez que dejamos atrás la base del Reloj, las encinas van dando paso a un bosque
de pino, que también alberga rincones de gran belleza. Poco después de dejar a
nuestra derecha una pequeña pero profunda dolina, en cuyo interior observamos
varias pilas de leña apiladas, debemos estar atentos al llegar a un claro del
bosque de pinos, hsata que localizamos unos hitos de piedra que nos marcan el
desvío hacia la Cueva de las Dos Puertas.
Si continuamos por el sendero principal llegaremos a un marcado cruce de sendas de manera que si tomamos el ramal de la izquierda volvemos a “Los Llanos del Endrinal” repitiendo el primer tramo del recorrido pero en sentido contrario hasta regresar al punto de partida. Y si optamos por la senda de la derecha para hacer el recorrido 100% circular, justo cuando el bosque de pinos comienza a quedar atrás se presenta ante nosotros una imagen de gran belleza con la silueta de la cara este del peñón Grande en todo su esplendor, retornando en poco más de 20 minutos al camping tajo del Rodillo.
Pero
como íbamos diciendo, si nuestra intención es llegar hasta la Cueva de las Dos
Puertas, una vez localizados los mencionados hitos de piedra, nos desviamos a
la derecha por un tenue sendero de ganado que más que verse, se intuye, se
trata del Pinar de la Bejeruela, por el que recorremos unos 400 m de
suave perfil ascendente dirección ESTE, hasta que nos desviamos a nuestra
izquierda, remontando una loma de perfil más acusado (pero muy llevadero) que
nos sitúa en un prado, que atravesamos ante la presencia de una vaca y su
ternerillo, para coronar un risco que hacía las veces de privilegiado balcón
hacia los LLanos del Republicano el Macizo de Líbar con Ronda en lontananza. El mencionado prado y el risco
forman parte del Puerto de Rotacapa.
Una vez
descendemos el risco por el mismo lugar por el que hemos ascendido hasta él,
volvemos a atravesar el prado en dirección contraria y continuamos loma arriba,
llevando ahora dirección NOROESTE, por el denominado cordal de El Viso, se
trata de una redondeada crestería, colonizada de pinos, que nos da la opción de
ir por encima, donde nos seguimos encontrando pinturas de flecha amarilla.
Al final de este cordal, salimos a un claro, debiendo progresar ahora a media altura de otro pequeño cordal que nos encontramos justo a mano derecha, hasta que unos 100 m mas allá llegamos a la Cueva de las Dos Puertas. ¡Ojo!, conviene aclarar que hay que caminar a media altura de este segundo cordal, porque en realidad la denominada "Cueva de las Dos Puertas" no es más que un arco calizo del mismo cordal y si vamos caminando por encima del mismo no lo veremos. No fue el caso, porque íbamos con gente muy experta, pero conviene aclarar que no es fácil de encontrar, si no disponemos de un track o no tenemos bien estudiado los mapas de la zona.
Al final de este cordal, salimos a un claro, debiendo progresar ahora a media altura de otro pequeño cordal que nos encontramos justo a mano derecha, hasta que unos 100 m mas allá llegamos a la Cueva de las Dos Puertas. ¡Ojo!, conviene aclarar que hay que caminar a media altura de este segundo cordal, porque en realidad la denominada "Cueva de las Dos Puertas" no es más que un arco calizo del mismo cordal y si vamos caminando por encima del mismo no lo veremos. No fue el caso, porque íbamos con gente muy experta, pero conviene aclarar que no es fácil de encontrar, si no disponemos de un track o no tenemos bien estudiado los mapas de la zona.
Ni que decir
tiene que desde la Cueva tenemos unas vistas espectaculares de Grazalema, el
embalse del Fresnillo y todo su entorno a nuestros pies.
Todo ello a vista de pájaro. Realizadas las fotos de rigor, retornamos sobre nuestros pasos en dirección OESTE, hasta llegar al Puerto de la Graceá, desde donde tomamos un escalonado sendero, a veces difuminado sobre el roquero, a veces más fácil de distinguir, que desciende de forma escalonada, con una marcada trayectoria NOROESTE hasta llevarnos de regreso al aparcamiento del camping Tajo del Rodillo, no sin antes desviarnos, unos 100 m a la derecha del sendero para llegar hasta la Cruz del Picacho, que no es ninguna cumbre, sino un mirador natural, presidido por una rudimentaria cruz de hierro, que se ve desde la localidad de Grazalema si conocemos su ubicación aproximada, pues está aún muy por encima del pueblo y no resulta fácil de divisar a primera vista. De hecho, la Cruz del Picacho, está a una distancia aproximada de unos 500 m con respecto a la Cueva de las Dos Puertas, ya con un buen trecho de ladera descendido. Pero de dicha cruz hasta el camping, puede haber fácilmente más de dos kilómetros de acusado descenso muy empedrado, hasta que por fin, ya cerca del final, volvemos a caminar sobre tierra y acículas de pino.
La caprichosas formas y huecos que se forman en los lapiaces, nos sorprenden con todo tipo de figuras, como en este caso que nos recuerda a un antifaz.
Detalle de la vegetación rupícora aprovechando cualquier resquicio entre las rocas, a poco que encuentran algo de tierra en su interior.
Todo ello a vista de pájaro. Realizadas las fotos de rigor, retornamos sobre nuestros pasos en dirección OESTE, hasta llegar al Puerto de la Graceá, desde donde tomamos un escalonado sendero, a veces difuminado sobre el roquero, a veces más fácil de distinguir, que desciende de forma escalonada, con una marcada trayectoria NOROESTE hasta llevarnos de regreso al aparcamiento del camping Tajo del Rodillo, no sin antes desviarnos, unos 100 m a la derecha del sendero para llegar hasta la Cruz del Picacho, que no es ninguna cumbre, sino un mirador natural, presidido por una rudimentaria cruz de hierro, que se ve desde la localidad de Grazalema si conocemos su ubicación aproximada, pues está aún muy por encima del pueblo y no resulta fácil de divisar a primera vista. De hecho, la Cruz del Picacho, está a una distancia aproximada de unos 500 m con respecto a la Cueva de las Dos Puertas, ya con un buen trecho de ladera descendido. Pero de dicha cruz hasta el camping, puede haber fácilmente más de dos kilómetros de acusado descenso muy empedrado, hasta que por fin, ya cerca del final, volvemos a caminar sobre tierra y acículas de pino.
La caprichosas formas y huecos que se forman en los lapiaces, nos sorprenden con todo tipo de figuras, como en este caso que nos recuerda a un antifaz.
Detalle de la vegetación rupícora aprovechando cualquier resquicio entre las rocas, a poco que encuentran algo de tierra en su interior.
Muy buena crónica como siempre. Siempre que las leo me doy cuenta de lo despistado que soy durante las rutas. Muy chulo lo de los bolos de silex.
ResponderEliminarpreciosa crónica y maravillosa ruta Juani. Todo perfecto, hasta el frío que hizo me gustó.
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