DISTANCIA APROX.: 1.9 Km.
DESNIVEL: 100 m
DIFICULTAD: Muy
baja
CÓMO LLEGAR AL INICIO
DE RUTA: Tomando como referencia la autovía del Mediterráneao A-7 o N-340,
dejamos atrás la primera salida que nos indica Nerja, y que no tomaremos y
después de pasar por el viaducto del Chíllar y túnel Capistrano, tomamos la
salida: “Maro-Cuevas de Nerja” pasando por delante del antiguo “Acueducto del
Águila”, que queda a la izquierda de la carretera, dejaremos atrás dos
indicaciones que nos señalan a nuestra derecha la entrada hacia la localidad de
Maro, pero nosotros pasamos de largo, llevando durante un trecho el muro de la
autovía nuestra izquierda y el mar a nuestra derecha, siempre dirección
Almuñecar por la carretera antigua N-340, hasta que unos tres minutos después
de haber dejado atrás el último cartel que nos señalaba Maro, estaremos muy
atentos al mojón de carretera del Km 297, junto al cual parte a la derecha de
la carretera una pista terriza, en ligera subida, que en a penas 10 m nos sitúa
en una explanada de tierra (no visible desde la carretera).
LA EXPLANADA DE
TIERRA DONDE EMPIEZA LA RUTA: Un cartel del paraje natural Acantilados de
Maro y cerro Gordo, nos confirmará que estamos en el lugar correcto.
Sin embargo, la falta de balizas indicativas, volverá a
provocar dudas sobre cual es el camino a seguir para iniciar la ruta. De la
explanada de tierra donde tenemos aparcados los coches, parten tres ramales de
pista: una paralela a la carretera asciende por una rampa (por ahí es por donde
regresaremos). Tal y como hemos entrado en la explanada, de frente, sale otra
que desciende de forma mas pronunciada, ésta tampoco es la correcta. La pista
correcta que debemos tomar es la de en medio que pronto comienza a descender
suavemente.
PARTICIPANTES:
Desde Huelva vino Teresa. Desde Sevilla: Paco Maravillas “El retorno de Antonio
Puerta”. Desde distintos puntos de la Costa del Sol: Ana “La Venus de
Botichelli”, Emilia “la Princesa de la boca de Fresa”, Josefina “La Enfermera”,
Rosa “La Niña Bonita”, Auro III, su novio Miguel, el Doctor Leal, Pepe Guerrero
el Maestro Geobotánico, Paco Batista “Cinema Paradiso” y un servidor Juan
Ignacio Amador.
A TENER EN CUENTA: A
pesar de lo dócil del recorrido debemos evitar recorrerlo entre los meses de
febrero y abril en que las orugas procesionarias de los pinos (muy venenosas)
se encuentran por todas partes sobre todo en años de sequía, siendo altamente
urticantes el mero contacto con sus pelillos y pudiendo ser incluso mortal para
nuestros perros.
BREVE DESCRIPCIÓN DEL
RECORRIDO: Una vez que tomamos el mencionado carril forestal (el de en
medio) comenzamos a ganar altura respecto a los bancales de aguacates y de
otros frutos tropicales que van quedando a nuestra derecha, los plásticos de
los invernaderos que salpican el paisaje a nuestra derecha, es decir, hacia
Maro y Nerja, afean un tanto el paisaje, pero al fin y al cabo, se trata del
sustento de muchas familias que viven en esta zona. No tardamos en caminar,
junto a los pinos que tapizan la vertiente oeste del cerro donde se encuentra
la torre de Maro, cuya cumbre vamos llevando a nuestra derecha.
A menos de diez minutos del inicio, cuando la pista comienza
un descenso cada vez mas pronunciado, sale a nuestra izquierda un ramal de
sendero que debemos tomar, y que pronto comienza a ascender de forma
escalonada, por aquí fue donde se resbaló y cayó nuestra amiga Ana, haciéndose
una pequeña herida en la rodilla, que no consiguió limpiar del todo bien, hasta
que mas tarde se bañara en la playa de Cantarriján (nada mejor que el agua del
mar para cicatrizar heridas).
Poco a poco vamos ascendiendo entre matorral de palmito,
romero, aulaga, teucrium, jara blanca y enebro, siendo el pino carrasco la
especie arbórea predominante en esta zona hasta el punto de formar un pequeño
bosque que tiñe de un intenso verde el tramo de ida de este corto pero bonito
itinerario que tiene su recompensa cuando llegamos al borde de la pequeña
meseta donde se encuentra la torre de Maro.
Al llegar a la bien conservada torre de Maro, tal y como
pivotamos alrededor de la misma, se pueden observar las ventanas de acceso al
habitáculo y la estructura situada en la parte superior en el lado que mira al
mar, típica de estas edificaciones. Estas torres vigías se construyeron en el
siglo XVI para intentar paliar la indefensión que sufrían los labradores y
pescadores de la zona. Los piratas encontraban en estas costas un lugar
propicio para aprovisionarse de agua, capturar prisioneros y adentrarse en el
territorio. La Torre de Maro formaba parte de todo un complejo sistema
defensivo. Los torreros comunicaban la presencia de peligro a las otras torres
y poblaciones mediante ahumadas de día y con fuego durante la noche. De este
modo podían llevar un mensaje desde Alejandría hasta Ceuta en una sola noche.
El cuerpo de la torre es de 11 metros de altura y es macizo hasta llegar a la
puerta-ventana por donde se accedía al interior con una escalera que era
retirada en caso de peligro.
Desde las inmediaciones de la torre, tenemos bonitas vistas
hacia poniente con la pequeña localidad de Maro en primer término y su playa
que mas que verse intuimos, allí estaba en ese mismo momento nuestro amigo Juan
Antonio Villalba, encargado de los kayaks, como monitor de la empresa de
Multiaventuras Salamandra, con quien estuviomos en el mes de julio, y por encima de Maro, Nerja al fondo, cuyas blancas
edificaciones aportan ese toque tan Mediterráneo donde prevalecen los tonos
azules del cielo y el mar con los verdes de los pinos, las distintas especies
de matorrales que nos rodean y los distintos cultivos tropicales sobre los
bancales que vemos en la distancia.
Hacia levante, la línea de acantilados que
le da nombre al paraje natural, termina con el imponente farallón rocoso de
cerro Gordo, donde a pesar de la distancia, destaca sobre su silueta la torre
de su mismo nombre. No obstante, el paraje llega un poco mas allá concretamente
hasta la Cala de Calaiza, se trata de una franja marina de gran valor
ecológico, donde los amantes del buceo disfrutarán de lo lindo con sus aguas
cristalinas, debido a la riqueza de sus fondos marinos, de los que podemos
disfrutar incluso a escasa distancia de las orillas de sus calitas.
Detrás de la torre, se encuentra la consabida barandilla de
madera paralela a un senderito que teóricamente finaliza con la barandilla,
pero que continúa de forma mas difuminada a través de empinados terraplenes,
llegando hasta una recóndita calita que en julio de 2008 bautizamos como la
calita del Tritón, pero esa ya es otra historia y además no es una ruta
recomendable para todos los públicos por sus fuertes pendientes, hasta el punto
que para bajar a la calita, había que utilizar una cuerda para salvar el último
terraplén de apenas 5 m pero muy, muy empinado.
Para no regresar sobre nuestros pasos desde la torre de
Maro, allí mismo llega (o parte) una pista que nada mas verla, comprobaremos
que de forma paralela ha ido quedando durante todo el trayecto de ida a nuestra
izquierda, siendo ahora la que nos llevará de vuelta por la meseta entre
abundante matorral de lentisco, lavanda, timelea y esparto. Siendo ahora el
cerro del Cielo, nuestro principal hito geográfico en dirección norte y que con
sus 1.501 msnm, tiene el record en toda la costa Mediterránea de ser la montaña
mas alta en cuanto a proximidad a la orilla del Mar. A su derecha, también
destaca la silueta del cerro Cabeza del Caballo al que subimos con nuestro
amigo Juan Antonio Villalba “El Corsario de sierra Almijara” en enero 2012.
Unos 80 m después de dejar atrás la torre de Maro, caminando
ya siempre en dirección a Sierra Almijara, la pista vira al noreste
(derecha), alejándonos durante un corto trecho de nuestra teórica trayectoria,
pero no tarda mucho en volver a virar dirección noroeste, reorientándonos hacia
el inicio del recorrido, que en cualquier caso tenemos localizado de forma
aproximada por las cercanías de unas antenas de radio.
La pista terriza, nos
devuelve en poco mas de 20 minutos desde la torre, hasta la explanada donde
tenemos aparcados los vehículos, finalizando esta en la pronunciada bajada, que
veíamos como subida al llegar con nuestros coches. Pero si lo deseamos, unos
300 m antes de acabar la pista, sale un sendero a la izquierda del mismo, que
discurre por la parte alta del pinar que al principio llevábamos a nuestra
izquierda y que en nuestro caso utilizamos para volver a disfrutar de la
presencia del bosque de pinos.
Ruta 2: playas de
Cantarriján, calita de Las Doncellas y El Cañuelo:
INICIO: Parking
al inicio del carril terrizo que baja a la playa del Cañuelo, punto intermedio
entre los kilometros 302 y 303, de la antigua carretera N-340, 5,5 km mas allá
del primer punto de encuentro siempre dirección Almuñecar por la antigua N-340
que discurre paralela a la línea de acantilados.
DISTANCIA APROX.:
7 Km
DESNIVEL: 250
m
DIFICULTAD:
Media, ¡ojo, la versión que describimos a continuación por la crestería del
cerro Caleta, pasa cerca de zonas de vuelo, no apta para personas con vértigo!.
FECHA DE REALIZACIÓN:
A las 11.20 am del sábado, 13 de septiembre de 2014PARTICIPANTES: A
los anteriormente mencionado se unieron: Pía, jens y Silvia procedentes de
Fuengirola.
RESERVA PARA KAYAKS y
PAELLA EN LA PLAYA DE CANTARRIJÁN (opcional):
Contactando con el amigo Antonio de la Empresa 18 nudos en su teléfono móvil: 609.54.35.77 o bien en el siguiente enlace:
Contactando con el amigo Antonio de la Empresa 18 nudos en su teléfono móvil: 609.54.35.77 o bien en el siguiente enlace:
PRECIO (verano 2014): kayaks 20€ descuento para grupos
+PAELLA (opcional): 15€, incluye ensalada de primero + dos bebidas o una bebida y postre o café.
VERSIÓN TRADICIONAL:
Tal y como hemos dejado aparcado el coche al inicio de la pista a la derecha,
frente a la parada del microbús que baja a la playa, retrocedemos unos 30 m
sobre nuestros pasos, hasta tomar un carril forestal, secundario y vallado para
impedir el paso de turismos, el cual va descendiendo presentando una pendiente
muy suave. Este es el camino que debemos tomar. Cuando se han recorrido unos
100 metros de carril forestal, éste hace una curva de 180 grados hacia la
izquierda, y es precisamente en esta curva donde lo abandonamos, ya que debemos
seguir recto (pasando junto a un acebuche) adentrándonos en una zona boscosa
(de pino carrasco) muy frondosa y húmeda ya que está en la ladera Norte del
cerro Caleta que llevamos a nuestra derecha, protegida por las verticales
paredes que forman los tajos de la cara norte del cerro Caleta.
Podemos observar entre los árboles y arbustos la
aristoloquia, que es una enredadera típica de encinar, algarrobos y otros
arbustos como el ramnus y el sedum, que es una planta carnosa. Al ser una zona
húmeda abunda el musgo sobre la roca, también abunda la jara, el enebro,
matagallo, pero sobre todo, y como elemento más interesante de este itinerario,
destaca la abundante presencia de boj, arbusto que sólo se encuentra de manera
esporádica en alguna zona de las islas de Mallorca y Cerdeña, y en el norte de
África, además de aquí. Su presencia en este bosque se ve favorecida por la
sombría que proporciona la cara norte del cerro Caleta. Este itinerario
progresa siempre en dirección a la playa, es decir, descendiendo poco a poco.
Aún en la espesura de este bosque nos encontramos una pequeña pradera verde
perfecta para hacer un descanso y disfrutar de la singular belleza de este
lugar. Al continuar la marcha (seguimos descendiendo poco a poco) vemos otras
especies vegetales como el romero y llegamos a una zona donde los pinos dejan
un claro donde abunda la jara, matagallos, lentisco, palmito, pero sobre todo
boj. En algunos lugares podemos encontrar junto al boj, ejemplares de olivilla,
planta no muy común. En el camino nos encontramos también con marrubio,
candilitos, cebolla silvestre y todo sigue en un ambiente de humedad. Se ve al
final de esta zona boscosa el uso que se le dan a los bancales próximos al
barranco Cantarriján, que separa las provincias de Málaga y Granada, que es el
de la agricultura, sobre todo de tropicales. Se observan en esta zona algunas
edificaciones de escasa envergadura. Tenemos que seguir descendiendo, dirección
a la playa, y nos topamos con una zona que presenta algo más de dificultad, donde
el sendero tiende a difuminarse y la pendiente aumenta, encarando el descenso
por una zona muy rocosa. Una vez superado este obstáculo nos acercamos ya a la
zona llana que nos guiará hasta la playa de Cantarriján.
Lo suyo es completar el tramo que nos resta hasta llegar a
la playa, por el mismo cauce del arroyo Cantarriján, que sólo suele llevar agua
en época de lluvias (rara vez en los meses de verano). Algunas zonas están
flanqueadas por densos cañaverales pero por lo general el cauce suele estar muy
despejado y merece la pena, seguir por el misma cauce, pasando entre pequeños
cahorros (secos) y bajo grandes pinos caídos, probablemente por la erosión de
los márgenes del arroyo, en las contadas ocasiones que ha debido bajar con
crecidas. Pero si lo deseamos, basta con cruzar el arroyo y rápidamente
accederemos al carril asfaltado por donde llegan los coches hasta la playa de
Cantarriján. No obstante, lo dicho, merece la pena completar este último
kilómetro por el arroyo hasta la playa, unos 400 m antes de llegar a la misma,
dejaremos a nuestra derecha un ramal de sendero que tomaremos mas tarde si
queremos completar el recorrido hacia la idílica calita de Las Doncellas.
Finalizada la espera de cortesía, echamos a andar siguiendo
la descripción que habíamos cogido de un libro por lo general muy fiable, pero
siguiendo rigurosamente las indicaciones, a los pocos minutos nos percatamos de
que al contrario de lo que se describía, el camino que habíamos tomado
discurría por la vertiente sur del cerro Caleta y no por la cara norte, como
supuestamente debería ser. Así que, hicimos lo mas prudente en estos casos,
regresar sobre nuestros pasos hasta el inicio para reorientarnos de nuevo. Fue
entonces cuando nos encontramos con: Silvia, Pía y Jens, que de este modo se
unían al grupo.
Justo antes de llegar al aparcamiento, caminando todavía en
sentido contrario, vimos como salía una senda muy clara hacia la arista del
cerro Caleta, un pequeño templete dedicado a San Judas Tadeo, me confirmó que
nos encontrábamos al inicio de una interesante versión de coleccionistas que leí una vez en
algún blog.
Rápidamente el sendero discurría a pocos metros de los
taajos de la vertiente norte, que caían a plomo a nuestra izquierda, mientras
que el sendero, a veces se asomabaa y otras se alejaba del precipicio, subiendo
en cerrados zig-zags, bajo la sombra de algunos pinos dispersos, abriéndonos
caminos entre abundante matorral de lentisco, bolina, jara, cantueso, altabaca,
atrapamoscas, hinojo, bayón, palmito, boj y hasta algún ejemplar de menta.
Abriendo
el grupo, mientras cruzaba los dedos para que el sendero no se perdiera entre
la vegetación, pues ya no había tiempo para una segunda rectificación, me
encontré con una cabra montesa que desapareció como por arte de magia,
descendiendo cual experto alpinista, por los tajos que tenía a mi izquierda. A
penas 5 minutos mas allá del templete a San Judas Mateo, dejábamos a la derecha
un pino muy característico que por encontrarse en un collado está muy expuesto
a los vientos, que han sido determinantes para darle ese aspecto de candelabro
de 7 brazos.
El sendero aparece y desaparece por momentos, pero en
comparación con los pinchos de los érguenes de la semana anterior, los dóciles
matorrales que nos rodeaban parecían algodoncitos de la feria. No obstante,
como ya íbamos con el tiempo mas bien justo para llegar a tiempo a la hora
prevista para los kayaks de la playa de Cantarriján, fui por delante del grupo
la mayor parte del tiempo, salvo breves paradas de reagrupamiento, ganando en
confianza conforme los tramos de sendero, se hacían mas evidentes, con algunos
puntos de pintura azul que nos confirmaban ir por el buen camino.
Las vistas
desde allí arriba son un espectáculo: al principio era la playa del Cañuelo la
que teníamos a la derecha, poco después intuíamos partes de la caleta de Las
Doncellas, que podíamos ubicar perfectamente gracias a la torre Caleta, a la
izquierda la pista asfaltada que baja paralela al arroyo Cantarriján hasta la
playa del mismo nombre con numerosos bancales de tropicales en el fondo del
valle, y mientras tanto el sendero no paraba de subir y bajar entre collado y
collado, hasta situarnos en el punto mas alto de cerro Caleta, que estábamos
cresteando bajo el sol del mediodía, pero con una temperatura relativamente
suave para la época y llegando hasta nosotros una suave brisa marina,
procedente del Mediterráneo que ahora teníamos ante nuestros pies, disfrutando
de unas vistas litorales magníficas.
Llega un momento en que dejas de tener los tajos a la
izquierda, los que dan a la vertiente norte y pasas a tener los tajos a la
derecha, los que dan a la vertiente sur, extremando las precauciones a la hora
de asomarnos y con mucho cuidado a la hora de asegurar el paso cuando el
sendero pasa cerca del borde del precipicio y las piedrecillas sueltas se
prestan al resbalón. Pero poco a poco, con las debidas precauciones fuimos
descendiendo, mientras mas de una echaba de menos el bastón, o mejor aún dos,
pues siempre de gran utilidad, tanto para ganar en seguridad como, como para
amortiguar el desgaste de las rodillas, que siempre sufren en los descensos
empinados.
Por momentos el sendero, se hacía mas difuminado, pero aquí y allá
nos íbamos encontrando con los puntos azules que nos confirmaban progresar por
el camino correcto, motivándonos especialmente al divisar ya allí abajo, la
idílica playa de Cantarriján, donde podíamos distinguir el conjunto de canoas
cada una de un color, con las que navegaríamos un poco mas tarde.
Pronto
empezamos a descender por un tramo de ladera ya conocido hasta que enlazamos
con el mucho mejor marcado sendero que une la calita de Las Doncellas con las
playa de Cantarriján en cuya dirección comenzamos a descender hasta descender
al arroyo del mismo nombre, que curiosamente se cogió en su día para trazar la
línea interprovincial entre Málaga de dónde veníamos y Granada, a donde
llegábamos tan pronto como cruzamos el arroyo y cubríamos lo que restaba de
trayecto por la pista asfaltada que llega hasta la playa, si bien teníamos
pensado continuar por el arroyo, pero había una compañera algo rezagada (no
acostumbrada a terrenos escarpados) y era prioritario que la avanzadilla
llegara a la playa cuanto antes para hablar con Luis (el monitor encargado
aquel día), que amablemente nos recibió, restándole importancia a los quince
minutos de demora con los que llegó la cola.
Tal y como el personal iba llegando, cada uno pagaba lo
suyo, escribía nombre, apellidos, firma y DNI en un documento de eximir de
responsabilidad de la empresa 18 nudos, que a su vez nos hacía entrega de un
ticket consumición de bebida en el chiringuito La Barraca, para tomar antes o
después de la sesión de kayaks, que no tardamos en iniciar, pues la mayoría
teníamos experiencia previa y prácticamente nos saltamos el protocolo de rigor.
En circunstancias normales, hubiéramos empezado a navegar rumbo a levante en
busca de la cueva de La Paloma, bajo cerro Gordo, pero como el mar estaba
ligeramente picado de poniente, tocaba remar primero hacia poniente para que el
regreso no se hiciera tan duro, así que primero navegamos rumbo a la caleta de
Las Doncellas, recreándonos con el espectacular perfil del cerro caleta, por
donde no hacía ni 45 minutos, habíamos empezado a descender.
De vez en cuando pasábamos al lado de medusas de espectaculares dimensiones, que no invitaban a lanzarse al agua para darse un baño, hasta que el morro de nuestras canoas entró en contacto con las piedrecillas de la calita de Las Doncellas, donde un año mas disfrutamos de esos fondos cristalinos, que nos permitía bañarnos con total confianza, pues allí no se divisaba ninguna medusa en nuestras proximidades y si abundantes pececillos de colores que certificaban la calidad de las aguas de este paraje natural y su catalogación como tal.
De vez en cuando pasábamos al lado de medusas de espectaculares dimensiones, que no invitaban a lanzarse al agua para darse un baño, hasta que el morro de nuestras canoas entró en contacto con las piedrecillas de la calita de Las Doncellas, donde un año mas disfrutamos de esos fondos cristalinos, que nos permitía bañarnos con total confianza, pues allí no se divisaba ninguna medusa en nuestras proximidades y si abundantes pececillos de colores que certificaban la calidad de las aguas de este paraje natural y su catalogación como tal.
Tras unos minutos de baño y relax en la calita de las Doncellas, tocaba regresar a nuestras embarcaciones y proseguir rumbo a
poniente, dejando a nuestra derecha la larga playa del Cañuelo y apuntando
nuestras proas hacia el antiguo cuartel de la guardia civil tipo bunquer, que
preside la idílica calita de la Torre del Pino donde estuvimos disfrutando de
unos 20 minutos de baño y de la exploración de su entorno incluida la
espectacular escalera que llega hasta la mencionada Torre del Pino a donde
intentaron llegar Pía y Teresa, que vieron cortada su ascensión cerca del final
donde un ramal de la pasarela sale hacia un chalet. No obstante, hay tramos de
barandilla en muy mal estado, que hacen peligroso el tránsito por esta
escalera.
Al fondo la mencionada escalera
La calita del pino, vista desde las escaleras
Paco Maravillas y Rosa "La Niña Bonita" se conocieron en el Jurásico 2011 y hasta hoy, ¡amor a primera vista, en nuestros escenario favorito, la Naturaleza!.
El Doctor Leal, horas antes de partir a su enésimo viaje al camino de Santiago
La Venus de Botichelli en proceso de "restauración" amenaza con volver.
Santa Teresa de Sierra Mágina, nadie hace mas kilómetros que ella, antes y después de cada ruta viniendo desde Huelva capital, no sólo es pasión por el senderismo, sino por sus amigos.
El Doctor Guerrero, con quien ssiempre es un placer salir al campo.
Finalizada la sesión de baños regresamos al agua, para retornar hasta la playa de Cantarriján, ya sin paradas intermedias con la comodidad de remar a favor de corriente, llegando puntuales al chiringuito La barraca, donde en pocos minutos ya nos tenían preparadas las ensaladas y las dos paellas que sacaron y que no sólo tenían muy buena pinta visualmente, sino también de sabor.
Lástima que la música de “Camela” excesivamente alta, hizo que a Emilia y al Doctor Pepe Guerrero se les atragantara la paella, especialmente a este último, que en vista de que los camareros no nos hacían caso para bajar la música, se levantó de la mesa, plato de paella en mano y se fue en medio de la playa a disfrutar del peludo paisaje.
Finalizada la paella, nos pusimos en marcha remontando el cauce seco del arroyo Cantarriján, hasta el ramal de sendero por donde habíamos bajado y por el que ahora empezábamos a subir, dejando a la derecha el ramal por el que habíamos descendido de la crestería y continuando hasta el collado Caleta, una subida algo empinada, pero que se lleva muy bien bajo la sombra de los pinos, disfrutando de bonitas vistas de la playa de Cantarriján cada vez mas abajo a nuestra izquierda y superado el mencionado collado, los tajos de la vertiente sur del cerro Caleta a nuestra derecha y vistas hacia el mar a nuestra izquierda, poco a poco los pinos van quedando atrás y entramos ahora en una zona de monte bajo donde predominan los palmitos, el lentisco, el boj, el romero, la bolina, tomillo o manzanilla basta entre otros matorrales, pasamos junto a unos antiguos bancales donde aún quedan viejos ejemplares de olivos y algarrobos.
La calita del pino, vista desde las escaleras
Paco Maravillas y Rosa "La Niña Bonita" se conocieron en el Jurásico 2011 y hasta hoy, ¡amor a primera vista, en nuestros escenario favorito, la Naturaleza!.
El Doctor Leal, horas antes de partir a su enésimo viaje al camino de Santiago
La Venus de Botichelli en proceso de "restauración" amenaza con volver.
Santa Teresa de Sierra Mágina, nadie hace mas kilómetros que ella, antes y después de cada ruta viniendo desde Huelva capital, no sólo es pasión por el senderismo, sino por sus amigos.
El Doctor Guerrero, con quien ssiempre es un placer salir al campo.
Finalizada la sesión de baños regresamos al agua, para retornar hasta la playa de Cantarriján, ya sin paradas intermedias con la comodidad de remar a favor de corriente, llegando puntuales al chiringuito La barraca, donde en pocos minutos ya nos tenían preparadas las ensaladas y las dos paellas que sacaron y que no sólo tenían muy buena pinta visualmente, sino también de sabor.
Lástima que la música de “Camela” excesivamente alta, hizo que a Emilia y al Doctor Pepe Guerrero se les atragantara la paella, especialmente a este último, que en vista de que los camareros no nos hacían caso para bajar la música, se levantó de la mesa, plato de paella en mano y se fue en medio de la playa a disfrutar del peludo paisaje.
Finalizada la paella, nos pusimos en marcha remontando el cauce seco del arroyo Cantarriján, hasta el ramal de sendero por donde habíamos bajado y por el que ahora empezábamos a subir, dejando a la derecha el ramal por el que habíamos descendido de la crestería y continuando hasta el collado Caleta, una subida algo empinada, pero que se lleva muy bien bajo la sombra de los pinos, disfrutando de bonitas vistas de la playa de Cantarriján cada vez mas abajo a nuestra izquierda y superado el mencionado collado, los tajos de la vertiente sur del cerro Caleta a nuestra derecha y vistas hacia el mar a nuestra izquierda, poco a poco los pinos van quedando atrás y entramos ahora en una zona de monte bajo donde predominan los palmitos, el lentisco, el boj, el romero, la bolina, tomillo o manzanilla basta entre otros matorrales, pasamos junto a unos antiguos bancales donde aún quedan viejos ejemplares de olivos y algarrobos.
El siguiente hito del camino es un tenue ramal de sendero a
la izquierda que nos conduce hasta la Torre Caleta, donde para no faltar al
ritual de años anteriores, dirigimos nuestros pasos dejando a la derecha una espectacular
cárcava, de muy reciente formación en términos geológicos, pero en cuyo
interior ha proliferado un denso bosque de pinos.
Después de escuchar la experta explicación por parte del catedrático Don José Guerrero, de cómo se formó (en español y en danés ¡toma ya!), proseguimos por el sendero llegando en unos instantes a la emblemática Torre Caleta, desde donde se puede disfrutar de una bonita panorámica hacia cerro Gordo y parte de la playa de Cantarriján hacia levante y de la Calita de Las Doncellas, en primer término a poniente, pero el acceso es muy escarpado a esta calita.
Después de escuchar la experta explicación por parte del catedrático Don José Guerrero, de cómo se formó (en español y en danés ¡toma ya!), proseguimos por el sendero llegando en unos instantes a la emblemática Torre Caleta, desde donde se puede disfrutar de una bonita panorámica hacia cerro Gordo y parte de la playa de Cantarriján hacia levante y de la Calita de Las Doncellas, en primer término a poniente, pero el acceso es muy escarpado a esta calita.
Finalizada la sesión de fotos en Torre Caleta, regresamos sobre
nuestros pasos hasta el sendero principal, continuando en dirección oeste,
llevando el mar siempre a nuestra izquierda, cruzando inmediatamente después la
mencionada cárcava y dejando a nuestra derecha un ramal de sendero que sería el
camino mas corto para regresar al aparcamiento, pero de ese modo nos dejaríamos
a tras la mágica Calita de Las Doncellas, por lo que proseguimos rumbo oeste,
ignorando ese ramal de sendero a la derecha, hasta llegar al siguiente cruce de
senderos, ya situado sobre el talud por encima de la idílica calita.
Informándole a quienes ya tenían prisas por volver que tomando el ramal que
subía a la derecha, podrían llegar en poco mas de 20 minutos a los coches,
siendo: Pía, Jens, Silvia, Paco Maravillas, Rosa, Paco Batista y Josefina
quienes tomaron esta opción.
Continuando el resto del grupo por el ramal de sendero que en escasos minutos nos llevó hasta los restos del antiguo bunquer de vigilancia costera que preside el peñón del Fraile, que sorteamos por el lado izquierdo, para afrontar un corto, pero empinado y algo escalonado descenso hasta caminar sobre las rocas que flanquean la calita de Las Doncellas en cuya playa disfrutamos del mas largo y relajado baño de la jornada, coincidiendo con la hora previa al atardecer, pero disfrutando de una cálida luz del sol en el lado izquierdo de la playa donde disfruté como hacía tiempo, de los bonitos fondos marinos de esta calita, que a escasos metros de la orilla, ya nos sorprende con el mágico mundo que se encuentra bajo sus aguas, rebosante de vida y de color.
Finalizada esta última sesión de baños, regresamos sobre nuestros pasos, hasta el lugar donde nos habíamos despedido de los compañeros que se marcharon antes, regresando sobre sus pasos, ante la atenta mirada de una patrullera de la Guardia Civil, tal vez extrañada de vernos subir por aquel recóndito sendero mochilas en ristre.
Aurora III (sobrina del Doctor Leal) y su novio Miguel con la playa del Cañuelo al fondo.
Antes de darnos cuenta pasábamos junto a una era, desde donde aprovechamos para hacer unasfotografías de los tajos de la cara sur del cerro Caleta (al fondo de la imagen de arriba). O al resto del grupo posando junto a un lentisco con sus pequeños frutos rojos muy apreciados por las aves insectivoras de nuestra fauna mediterránea.
Completando los últimos metros de la ruta, ya por terreno recirrido al inicio de la jornada, mientras nos recreábamos con la puesta de sol sobre la playa del Cañuelo, que ahora veíamos desde allí arriba, quedando ahora a nuestra izquierda.
Continuando el resto del grupo por el ramal de sendero que en escasos minutos nos llevó hasta los restos del antiguo bunquer de vigilancia costera que preside el peñón del Fraile, que sorteamos por el lado izquierdo, para afrontar un corto, pero empinado y algo escalonado descenso hasta caminar sobre las rocas que flanquean la calita de Las Doncellas en cuya playa disfrutamos del mas largo y relajado baño de la jornada, coincidiendo con la hora previa al atardecer, pero disfrutando de una cálida luz del sol en el lado izquierdo de la playa donde disfruté como hacía tiempo, de los bonitos fondos marinos de esta calita, que a escasos metros de la orilla, ya nos sorprende con el mágico mundo que se encuentra bajo sus aguas, rebosante de vida y de color.
Finalizada esta última sesión de baños, regresamos sobre nuestros pasos, hasta el lugar donde nos habíamos despedido de los compañeros que se marcharon antes, regresando sobre sus pasos, ante la atenta mirada de una patrullera de la Guardia Civil, tal vez extrañada de vernos subir por aquel recóndito sendero mochilas en ristre.
Aurora III (sobrina del Doctor Leal) y su novio Miguel con la playa del Cañuelo al fondo.
Antes de darnos cuenta pasábamos junto a una era, desde donde aprovechamos para hacer unasfotografías de los tajos de la cara sur del cerro Caleta (al fondo de la imagen de arriba). O al resto del grupo posando junto a un lentisco con sus pequeños frutos rojos muy apreciados por las aves insectivoras de nuestra fauna mediterránea.
Completando los últimos metros de la ruta, ya por terreno recirrido al inicio de la jornada, mientras nos recreábamos con la puesta de sol sobre la playa del Cañuelo, que ahora veíamos desde allí arriba, quedando ahora a nuestra izquierda.
Excelente trabajo, me la apunto para visitar :)
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