Localidad de referencia: Alcaucín
Hora y punto de
encuentro recomendado: a las 8.30 am para desayunar en casa Paco Yescas, en el
Puente de Don Manuel, está a pie de carretera y también es el lugar ideal para
tomarse la copa post-ruta o incluso cenar después de la misma.
De
lunes a viernes abre a las 8.30 de la mañana, sábados y domingos 9.30 am (en
este último caso no nos serviría para desayunar, pues estimamos que las 9.30 am
es la hora tope para ponernos ya en marcha si no queremos que nos pille el toro
en la larga ascensión a La Maroma).
Cómo llegar a Alcaucín (y al inicio de ruta): La principal
carretera de referencia es la
A-402, que une las localidades de Vélez
Málaga con Alhama de Granada, poco antes de llegar al km 56 nos encontramos con
un desvío a la derecha (si venimos desde Vélez o a la izquierda si venimos
desde Alhama) que nos señala: Alcaucín, Puente de Don Manuel, pequeña pedanía,
también conocida como Puente de Salia, nada mas tomar este devío a la derecha
de la carretera está nuestro bar de referencia para antes y después de la ruta
“Casa Paco”. Desde aquí seguimos por la MA-4104, hasta Alcaucín a nuestra
izquierda, dirección N-O nos llamará la atención las ruinas del castillo de
Salia (ó Zalia), sobre una dócil loma que domina laa mayor parte del valle del
río Alcaucín, en el histórico camino real nazarita que unía Málaga con Granada
y que formaba parte de la ruta de la seda.
Vistas de la vertiente oeste de La Maroma con Alcaucín a sus piesdesde el castillo de Zalia, uno de los restos de
fortificaciones más antiguos que se conocen. Se ha pensado que bien pudiera
haber sido construido por los fenicios, y posteriormente fue reconstruido por
los árabes. Los árabes construyeron el actual castillo con su doble anillo de
murallas, alcanzando cierto apogeo merced de la crianza de ganado y al cultivo
del cereal. Más tarde fue conquistado por los Reyes católicos en 1485,
sirviendo esta fortificación como "prisión - obispado de los levantiscos
moriscos". Esta conquista se logró por la traición de un árabe de
ascendencia cristiana residente en Zalia.
A penas 4 km separan la pedanía del
puente de Don Manuel de la localidad de Alcaucín, donde al poco de entrar en su
casco urbano, estaremos atentos para tomar el desvío que sale a la izquierda
donde ya se nos señala la dirección hacia el parque natural Sierra Tejeda
(Alhama y Almijara), nos adentramos ahora en una pista que pronto pasa a ser
terriza, pero en muy buen estado, popularmente conocida en Alcaucín como camino
de Los Colmenares, a unos 2 km del pueblo, vemos a la derecha un ramal de pista
hormigonado en su comienzo, que en pronunciada pendiente parte a nuestra
derecha. Éste es nuestro punto de partida, lugar conocido en Alcaucín como “La
Ollas Altas”, aunque sólo se encuentra a unos 680 m sobre el nivel del mar.
¡Ojo!, antes de iniciar la ruta
resultará altamente recomendable dejar un coche de enlace en el cortijo del
Alcázar, distante unos 3 km mas allá continuando por esta misma pista, después
de dejar a nuestra izquierda el mirador de la cabra Montés y las instalaciones
del camping del Alcázar. De este modo, nos ahorraremos estos últimos 3 km de
pista, que aunque son de gran belleza paisajística, a nuestra llegada al
cortijo Alto del Alcázar, nos alegraremos de ahorrárnoslo, pues el tute que
llevaremos a esas alturas ya es importante.
Distancia aprox: 20 km
Desnivel a superar: 1.350 m (de
ascenso y posteriormente de descenso)
Punto de partida: ramal de pista
del Camino de Los Colmenares (680 msnm), que sale a la derecha del mismo, a
unos 2 km del inicio de la pista.
Punto mas elevado: La Maroma
(2.065 msnm)
Tipo de ruta: circular
(ahorrándonos el tramo de pista que va del cortijo del Alcázar al inicio de
ruta, si dejamos previamente un vehículo en dicho cortijo).
Tipo de caminos: pista terriza, sendero pedregoso y gigantesco lapiaz (de dócil tránsito) en la meseta somital de La Maroma.
Mapa: Mapa Topográfico de Sierra Tejeda de Miguel Ángel Torres Delgado
Tipo de caminos: pista terriza, sendero pedregoso y gigantesco lapiaz (de dócil tránsito) en la meseta somital de La Maroma.
Mapa: Mapa Topográfico de Sierra Tejeda de Miguel Ángel Torres Delgado
Fecha y meteorología: viernes
23 de marzo de 2015, había nevado en las jornadas previas y La Maroma
presentaba sus mejores galas, bajo un cielo azul radiante, pero el último tramo
de ascensión y hasta poco después de abandonar la cumbre lo hicimos con rachas
de viento norte, a veces superiores a los 40 km/h y una sensación térmica de
uno -8ºC
Participantes: Desde
Huelva: Santa Teresa de Sierra
Mágina, que tras la ruta no sólo tenía que regresar a Huelva, para dormir “algo”,
sino que a las 8.00 am de la mañana siguiente tenía que estar en el aeropuerto
de Sevilla para recoger a un amigo que venía de Suiza.
Y desde distintos puntos de la Costa del Sol: Ilse “La Gacela de la Selva
Negra” (medalla de plata en la maratón femenina de las Olimpiadas de Munich
1974 y en la media maratón: Ollasa Altas-Maroma-cortijo del Alcázar Alto en
apretadísimo sprint final con nada menos que Juan Antonio Villalba “El Corsario
de Sierra Almijara” que volvió a ser nuestro guía de lujo en sus dominios de
sierra Tejeda). El Doctor Leal muy activo en la cabeza, el centro y la cola del
grupo según los distintos tramos de la ruta; Maria Jesús “La Duquesa de
Baqueira Beret” que con el glamour y la elegancia que le caracteriza lucho heroicamente
contra la ventisca del último kilómetro previo a la cumbre. El Trovador dee la
Senda que desde un kilómetro antes del hito conocido como La Proa del Barco
hasta cerca de la cumbre nos deleitó con un amplio repertorio de versos de
Joaquín Sabina; Silvia “Silvestre” quee volvió a reencontrarse con sus viejos
amigos tras una laargaa ausencia, sorprendiéndonos a todos con su magnífico
estado de forma en cabeza de grupo la mayor parte del recorrido; nuestros
fichajes estrella de invierno: Mariano “El
Ingeniero de Telecomunicaciones” que al inicio del descenso se le hundió la
pierna hasta cerca de la cintura, jugándole una mala pasada con la rodilla en
un extraño movimiento de palanca al que subo anteponerse con espíritu
espartano; Marivi, nuestra senderista “Super Fashion” que llegó a la cumbre con
una energía y una vitalidad espectacular, disfrutando de cada traamo nevado con
el entusiasmo de la infancia y un humilde servidor: Juan Ignacio Amador, que
firma esta crónica.
Material recomendado:
A la Maroma nevada siempre conviene venir bien preparados con
crampones y piolet por si te pillan tramos de nieve dura o placas de hielo, sin
embargo, la nieve es como un ser vivo que en cuestión de horas puede cambiar de
grosor, dureza, profundidad, etc… y aquel día la mayor parte del tiempo caminamos
sobre la denominada nieve polvo hasta el punto que en algunos tramos te hundías
hasta mas allá de las rodillas o incluso cerca de la cintura, añadiendo un gran
esfuerzo físico a la ascensión, que quedaba compensado con la infinita belleza
del paisaje nevado y lo que desde allí arriba contemplábamos.
Ni que decir tiene que cuando se hace La Maroma invernal, hay que
llevar la mejor ropa de abrigo de la que dispongamos, además de guantes, braga
y gorro de lana, que serán nuestros mejores compañeros en la inmensa meseta de
cumbre, donde la fuerza del viento hace que la sensación térmica a veces sea
cercana a los -10ºC, llegando a la cumbre con el tiempo justo para hacer la
testimonial foto en su colosal vértice geodésico y todos para abajo.
Alicientes principales: Las
vistas desde La Maroma, por cualquiera de sus vertientes siempre resultan
espectaculares. Desde la zona de Alcaucín y el Alcázar concretamente predominan
las panorámicas hacia poniente con el embalse de La Viñuela y el Boqueete de
Zafarraya en su prolongación hacia La Torca, el pico Vilo, los tajos del río
Sábar o el Chamizo Alto como hitos mas fácilmente identificable, así como las
localidades de Periana, el curioso nido de águilas de Comares o Colmenar entre
otros y las vistas sobre el Mediterráneo y hasta las montañas del Rif en
marruecos al otro lado. Así como otros pueblos de La Axarquía a nuestros pies.
Y en el tramo que en nuestro paso coincidió con el descenso hacia el
cortijo del Alcázar Alto, el paso por el bosque de cedros nevados mas allá de
la Fuente del Espino, que nos regaló unas estampas invernales propias de
películas como Narnia o Clásicos de Walt Disney.
Iniciamos
el ascenso desde el ramal de pista que sale a la derecha, lugar conocido en
Alcaucín como Las Ollas Altas (680 msnm), y que en sus comienzos está
hormigonado encarando una fuerte pendiente en sus primeros 300 m en paralelo a
una pequeña cañada, por donde en ocasiones discurre un pequeño regato
procedente de la Fuente Marín (970 msnm), que queda a la izquierda de la pista terriza
por la que vamos cuando encaramos la tercera de las muchas curvas de horquilla,
que aún nos quedan por delante, pero que hacen mucho mas llevadera la ascensión.
Aunque no los medimos es posible que este tramo de pista casi en continuo
zig-zag pueda medir unos 3 km, el caso es que donde la pista se transforma en
sendero, ya estamos cerca dee los 1.100 msnm y como no podía ser de otra manera
el sendero sigue serpenteando hasta llevarnos al collado del Aguadero (1.236 msnm),
según nuestro amigo Antonio Cano, que nos estuvo facilitando el nombre
de los hitos de este tramo de ascensión, detrás de este collado se encuentra la
Fuente
de la Colmena, y a nuestra
derecha tenemos una zona conocida como El Matorral, a estas alturas ya estamos
por encima de montañas tan emblemáticas como La Concha, el Huma o el Capilla, y
de hecho las vistas son magníficas sobre todo el entorno del embalse de La
Viñuela a nuestra espalda y gran parte de La Axarquía, así como el Boquete de Zafarraya
y la caída hacia el barranco del Alcázar y el tramo del PR.A-352 que va del
cortijo del Alcázar Alto, hasta el pluviómetro donde comienza la famosa cuesta
de Las Viborillas o la variante que lleva al mismo punto a través del sendero
de Los
Escansaderos (Descansaderos)
por donde se acorta bastante ascendiendo por un cortafuegos, si bien, como es
lógico lo que nos ahorramos en distancia, lo pagamos con una fuerte pendiente
en caso de coger esta variante.
No
obstante, y volviendo a la descripción de nuestro itinerario, tras superar el collado
del Aguadero (1.236 msnm), el sendero continúa con su trazado
zigzagueante, llevándonos hacia la parte alta de la loma que tenemos a la
derecha, cerca de la cual existía la que antes se conocía como Choza
de Los Guardas (aunque nosotros no la vimos), remontando esta loma, comenzamos
a caminar en paralelo a un bonito cortado que tenemos a la derecha, pudiendo
caminar a la distancia prudencial que estimemos oportuna, mientras comenzamos a disfrutar de amplias
panorámicas sobre parte del casco urbano de Canillas del Aceituno, parcialmente
tapado por el Peñón Grande y el Meditérraneo que siempre iremos llevando a
nuestra derecha durante toda la ascensión. El punto mas alto de esta cómoda
rampa por la que vamos ascendiendo en paralelo al cortado que llevamos a la
derecha es conocido como collado de La Torrecilla (1.523 m), en
nuestra trayectoria predominantemente ESTE, destacan tres grandes elevaciones que
de izquierda a derecha son: el cerro del Tajo Fuerte, la Loma de la Casa de La
Nieve y la Loma de la Capellanía, entre ambas se encuentra la cumbre de La
Maroma, que aún tardaremos un buen rato en ver, por lo peculiar de la meseta somital
donde se encuentra.
El
sendero continúa ahora un trazado mas o menos rectilíneo en dirección ESTE
llevando durante un corto trecho una alambrada a nuestra izquierda, iniciando
ahora un suave descenso hacia la zona conocida como el Hoyo de las Aldehuelas,
donde se encuentra el lugar por donde cruzaremos el barranco de la Cueva de Don Pedro,
también conocido como barranco de Los Polvieros donde
abunda la sabina, el barranco va quedando a nuestra derecha, hasta que la loma
por la que caminamos casi se iguala con el barranco, pudiendo cruzar al otro
lado, de manera que tras una dócil bajada, volvemos a ganar altura y en poco mas
de 10 minutos enlazamos con el sendero SL.A-142, Canillas del Aceituno, conocida
como ruta de Los Neveros, en el hito conocido como La Proa del Barco (1.760
msnm), a partir de aquí comenzamos el trazado de la ruta discurre por el
término municipal de Canillas del Aceituno, la pendiente se suaviza bastante,
llevando a nuestra izquierda la cabecera del barranco de la Cueva de Don Pedro,
sin embargo, a partir de los 1.800 msnm, el viento norte, que arreciaba fuerte
por nuestro costado izquierdo, zumbaba de lo lindo, creando una sensación
térmica cercana a los -8ºC que en mi caso particular hizo que hasta me doliera
una muela en la parte izquierda de la boca y en ocasiones hasta se me trababa
la lengua cuando quería hablarle al compañero que llevaba a mi lado, en ocasiones
a gritos, para hacernos oír a duras penas si la distancia era superior a 5 m.
Es
en estas ocasiones cuando cada uno vive la ascensión a su manera, no es solo una
lucha contra la montaña, sino contra ti mismo. Contra ese lado mas práctico y
acomodaticio que en mas de una ocasión suena dentro de ti diciéndote “quien
coño te manda a ti, a meterte en este fregao”, o cuando las fuerzas ya están al
límite estás tentado de pararte y darte la media vuelta. Pero es en esas
ocasiones, cuando como diría mi gran amigo y Maestro Jedi: Miguel becerra de Jerez:
“¡Hermano, deja tu mente en blanco, todos los pensamientos negativos a la
papelera de reciclaje!”, el truco es no pararse, ni obsesionarse por llegar
allí arriba, ¡es mas, ni siquiera hay que desearlo, simplemente camina!.
Y allí
íbamos cada uno con su particular batalla, inmersos en nuestros propios
pensamientos, la nieve era cada vez mas alta y en algunas ocasiones cada paso
agotador, a pesar del encomiable esfuerzo quee hacía nuestro anfitrión Villalba
“El Corsario de Sierra Almijara” abriendo huella todo el camino en punta de
flecha, junto con el Doctor Leaal, Silvia e Ilse que lo seguían muy de cerca.
El
moquillo me colgaba por mas que intentaba limpiarlo cada poco, el corazón
parecía latirme en la cabeza, la respiración sonaba como la canción de azul y
negro “me estoy volviendo loco”, el sonido de los bastones hundiéndose en la
nieve, la pisada cada vez mas profunda; Teresa en ocasiones estaba a punto de
salir volando con el viento, la Duquesa acostumbradas a sus sesiones diarias de
sauna y Espá vivía su propia pesadilla, pero amortiguada en cualquier caso, por
la presencia permanente de su fiel marido Romualdo, nuestro querido “Trovador de
la Senda”.
El
caso ess que como tantas veces nos recordaba nuestro gran amigo y maestro Valentín
“El Rey de la Montaña”, cada ascensión a una cumbre es una metáfora de la vida
y de muchas situaciones y desafíos que nos encontramos en la vida, pero que con
fe, constancia y determinación, podemos acabar superando.
¡Hasta
que por fín! Tras dejar a nuestra derecha los tajos del Púlpìto y a la
izquierda la antigua casa de La Nieve, traspusimos la
última loma, donde ya veíamos sorprendentemente cerca el monumental vértice
geodésico de La Maroma, donde ya habían llegado: El Corsario de Sierra
Almijara, La gacela de la Selva Negra, el Doctor Leal, Silvia-Silvestre, Mariano
y Marivi, reagrupándose tácticamente a los pies del vértice geodésico por su
cara sur, al resguardo del viento norte, mientras llegábamos los cuatro compañeros
restantes, hasta que por fin pudimos hacernos la foto de rigor, no sólo a los
pies de su emblemático vértice geodésico (2.065 msnm), sino
también junto a algunos de sus neveros
completamente cubiertos de nieve.
Ni que decir tiene que las vistas desde La
Maroma son magníficas y el día era claro, tan sólo algunas nubes de transición
proyectaban algunas sombras sobre nosotros, mientras pasaban por encima
arrastradas por el viento norte a gran velocidad. Es lo malo de la Maroma, el
70% de las veces que la he subido y ya van cerca de diez, casi siempre te
castiga el viento en la cumbre y a penas te da tregua para recrearte varios
minutos con las vistas o mucho menos pararte a comer tranquilo. Eso sí, cuando
apenas hay viento allí arriba, o este es mas bien suave, comer en las
inmediaciones de la entrada de la sima de la maroma, que se encuentra a unos 50
m al sur del vértice geodésico con el Mediterráneo, salares, Cómpeta, Sedella y
canillas del Aceituno a tus pies, cualquier comida que lleves te sabrá a
gloria.
Pero
todo no se puede tener, y las ascensiones invernales a la maroma con factor
viento en la cumbre es lo que tienes, que a penas te da unos breves minutos en
la cumbre para recrearte con la línea de Costa hacia poniente con un buen
número de sierras litorales hasta la sierra de Mijas o sierra Blanca (La
Concha) hacia el oeste, así como de sierras del interior, donde destacaban las
cumbres nevadas de la Sierra de Las Nieves haciendo honor a su nombre, así como
a levante las cumbres nevadas de Sierra Almijara, la Contraviesa y hasta la
sierra de Gádor (Almería).
Buen
lugar para recibir una lección de geografía que nos llega por todos y cada uno
de nuestros sentidos. Allí se despejan muchas preguntas, a la vez que se
formulan otras nuevas. Cuentan
los abuelos del lugar que aunque hoy conocemos a esta montaña como La
Maroma, recuerdan como en su niñez todos la conocían como La Tejeda.
De hecho la mole de lo que hoy conocemos como La Maroma es tan grande, que abarca
prácticamnente todo lo que se conoce como sierra Tejeda, hasta esa zona de
transición hacia sierra Almijara, conocida como sierra de Alháma y de Játar
donde se encuentran las Llanadas de Sedella las cumbres menos visitadas del
cerro de la Chapa o el Malascamas.
La confusión con el nombre deriva
de la sima que se encuentra a unos 50 m al sur de su vértice geodésico. Esta
sima se utilizaba a modo de nevero (para conservar la nieve incluso en los
meses mas calurosos del año) y para descender a su interior, los aguerridos
hombres de Canillas del Aceituno, que hasta aquí llegaban con sus mulos y sus
borricos, usaban unas rudimentarias cuerdas denominadas maromas, para recoger la
nieve, descendiendo hasta 30 m de profundidad. De este modo a esta sima (con “s”),
se la terminó conociendo como sima de La Maroma. Y años mas tarde, quiso la casualidad
que a través de la emigración, algunos cordobeses con seseo en su forma de
hablar, se trasladaran a poblaciones al
pie de la montaña donde los habitantes ceceaban, produciéndose la inevitable
confusión entre el término sima de la Maroma (con s) y la cima (con c) cambiando
el nombre a la montaña, hasta llegar a nuestros días como “La Maroma” (o “Tejeda”
para los mas antiguos del lugar).
La Maroma con sus 2.065 msnm ostenta
el honor de ser el techo no sólo de la provincia de Málaga, sino de todo el
cuadrante suroccidental de la Península ibérica, pues en dirección norte no nos
encontramos con ninguna montaña que la supere en altitud hasta llegar al pico
Almánzor (2.592 msnm) techo de la provincia de Ávila y si apuntamos hacia el
oeste, a excepción del Torrecilla, que sus 1.919 m es el segundo techo de
Málaga y también segundo de todo el cuadrante suroeste de la Península Ibérica,
las altitudes van cayendo cada vez mas hasta llegar a las llanuras de Doñana y
toda la costa onubense y del Algarve portugués. Es mas el techo de Portugal,
pico Torre, a penas alcanza los 1.993 msnm situada en la sierra de la Estrella
(prolongación de nuestro sistema central al que también pertenece el pico Almanzor).
A pesar del viento, Teresa y yo,
fuimos los últimos en abandonar el vértice geodésico de La Maroma, como
queriendo alargar el momento en tan mágico lugar, pero pasaban ya las 14.30 y
tocaba iniciar el largo descenso, en dirección N-O, curiosamente, a penas
dejamos atrás el vértice geodésico de La Maroma, el viento norte que hasta unos
instantes había arreciado con fuerza, se calmó e incluso llegaríamos a
disfrutar de la ausencia total de viento.
A nuestra izquierda (fuera de la
vista) quedaban los restos de la antigua casa de La Nieve, y al llegar al collado
del Acarraero, iniciábamos un suave descenso, encontrándonos con las
primeras balizas (amarillo y blanca) correspondientes al PR.A-352 que conecta a
La Maroma con el cortijo del Alcázar Alto, donde habíamos dejado varios
vehículos previamente. A unos 300 m de distancia contemplábamos la cabeza del
grupo caminando como hormiguitas en la nieve, mientras nos demorábamos en cola
de grupo con fotos de ensueño, ellos se iban acercando a gran ritmo al collado
de la Fuente Santa donde se encuentra el segundo pluviométro de esta
ruta ( primero en sentido descendente); allí cerca del pluviómetro nos estuvo
esperando el grupo nos reagrupamos todos para juntos realizar el corto pero
pronunciado descenso que nos lleva hasta el idílico rincón donde se encuentra
la Fuente
del Espino, otro de esos lugares con mucho encanto (como la Tacita
de Plata, en la vertiente ESTE de sierra Tejeda).
Precisamente a
nuestra derecha llevamos la caída hacia el barranco del Espino, los bosquetes
de coníferas de repoblación formados principalmente por cedros que aquella
jornada estaban cargaditos de nieve, nos trasladaba a paisajes dignos de NARNIA
o de la fantasía clásica de Walt Disney, no importaba que en algunos tramos nos
hundiéramos en nieve hasta casi la cintura, a veces nos caíamos como a cámara
lenta rodando sobre la nieve y disfrutando como niños.
Al otro lado del barranco del
Espino que llevamos a nuestra derecha, se precipitan las imponentes laderas que
caen desde el cordal de la Peña del Águila y mas adelante, las del cerro de La
Majada del Arce, mientras íbamos atravesando pequeños bosquetes de cedros, a la
par que rodeábamos el cerro del Mojón que iba quedando a nuestra izquierda,
hasta llegar al collado del mismo nombre,
donde los cedros quedan
definitivamente atrás y la masa arbórea desaparece para dar paso en el
siguiente tramo al matorral bajo, se trata de la cabecera del barranco del
Mojón, que al principio llevamos a nuestra derecha, hasta el punto donde lo
atravesamos, volviendo a tener vistas sobre el embalse de la Viñuela y el
Boquete de Zafarraya al OESTE, que ahora coincide con el sentido de nuestra
marcha, en algunos tramos el sendero ha sido reforzados con muretes de piedra laboriosamente colocados.
Es una zona de dócil perfil casi llano conocida como
Las Allanadas, hasta que llegamos a la Loma de las Víboras, (que no recibe
este nombre porque la presencia de este ofidio sea mayor aquí que en cualquier
otra zona del parque, sino por la forma serpenteante del sendero); El hito mas curioso de este tramo del sendero es un pino con un tronco retorcido de forma inverosímil a ras de suelo.
al final de
la loma, cerca del pluviómetro que marca el final de la pista y comienzo del
sendero por el que descendíamos, lugar conocido como la Erilla Tarara, veíamos
a nuestros compañeros, que llevaban ya un buen rato esperando a los abnegados
reporteros de cola.
Tan pronto llegamos al pluviómetro
y una vez descartada la alternativa de descender por el cortafuego y el sendero
de Los Escansaeros, descendimos a ritmo casi de ultra trail por la
pista que coincide con el trazado del PR.A-352, contemplando la puesta de sol
sobre el santo Pítar, en los Montes de Málaga que a su vez coincidía con la
trayectoria del embalse de La Viñuela, mientras los últimos rallos de sol,
teñían de un curioso tono rosado las paredes calizas del cerro de Los Castillones,
compuestos por rocas que con el paso del tiempo de van disolviendo con el agua
de la lluvia y del deshielo, creando formas caprichosas características del
modelado kárstico, la frecuente denominación de Castillejos suele proceder de
que visto desde la distancia pueda recordar a la silueta de un castillo, o bien
porque en su cumbre hubiera alguna antigua fortaleza o torre vigía, aunque en
este caso, nos inclinamos por la primera opción.
Las sierras de Tejeda y Almijara forman uno de los
principales focos de la cabra montés. Pero la caza las puso al borde de la
extinción, y por ello se declaró la zona como reserva nacional de caza en 1973.
Después vino el ataque de la sarna, que diezmó las poblaciones de todo el país.
Afortunadamente en la actualidad vive momentos de expansión y pueden verse por
las zonas más escarpadas de la sierra con cierta facilidad o en zonas mas
dóciles como el tramo de pista que va del cortijo del Alcázar Alto al pluviómetro
que se encuentra a los pies de la cuesta de las Víboras, donde Ilse y Villalba
se encontraron con un numerosos grupo en el tramo final de la ruta ya con las
luces del atardecer.
Los últimos rallos de sol nos
permitieron disfrutar de una bonita panorámica del boquete de Zafarraya, la
Llanura lacustre y el pueblo del mismo nombre a los pies de La Torca y su
prolongación hacia el pico Vilo, los tajos del río Sábar y el Chamizo que
también contemplábamos dirección N-O, que coincidía en nuestra trayectoria
hacia las inmediaciones del cerro del Tocón, donde la pista describe una cerrada
curva de horquilla a la derecha, que ya nos reorienta en dirección S-E, SUR,
adentrándonos en el denso pinar con pino carrasco y pino resinero, pasando
junto al cerro Torreones, entre enebros y brotes del bosque autóctono de encina
que vuelven a recuperar terreno, poco a poco, recubriendo el sotobosque, mientras
la vista se nos iba adaptando a la oscuridad previa a la noche cerrada, con la
que ya llegamos al aparcamiento aledaño del cortijo del Alcázar Alto, donde
estuvimos dándole de comer a un simpático zorrillo que se nos acercó mientras
comenzábamos a meter las mochilas y bastones en el coche.
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